Capítulo 1. Suspenso

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El pasillo de la escuela se encuentra abarrotado, todos queremos saber nuestras notas finales del curso, uno a uno respetando un orden imaginario se acercan lentamente al tablón de anuncios, donde por fin desaparece la incertidumbre por saber el destino que le espera a cada uno el siguiente verano.
Mi nombre es Michael James, tengo 14 años y asisto a un reconocido instituto, mis papás piensan que es la mejor escuela en todo el planeta, y entiendo por qué podrían pensar así, nuestra escuela tiene una agresiva campaña de publicidad y un montón de charlas con los padres donde se encargan de transmitir ese montón de mentiras.
Soy hijo único por esa razón creo que mis padres están obsesionados con mi futuro, quieren que sea el mejor en todo, y de igual forma trato de hacerlos sentir orgullosos de mí, por esa razón el año pasado participé en el torneo de béisbol de mi escuela, junto a mis compañeros jugué los partidos más intensos de mi vida y pudimos ganar la copa del torneo.
Ahora que pienso en ello desearía regresar el tiempo, volver a ese momento y no pasar por este terrible episodio, sé que este último año escolar mi distraje un poco por eso estoy nervioso, volteo a todos lados, me siento incluso un poco mareado, tengo una sensación negativa sobre todo esto mientras espero mi turno en el tablero.
No puedo evitar sentir un poco de envidia cuando escuché los gritos y saltos de Malcom Ferreira, un compañero de clase que ha pasado todas sus materias con honores, seguro que sus padres estarán muy orgullosos, me gustaría estar en su lugar, pero eso me temo es imposible.
Durante mi tortuosa espera no puedo evitar pensar en lo diferente que somos Malcom y yo, físicamente él es de rasgos lusos porque sus papás son inmigrantes brasileños descendientes de portugueses, sé que sus padres manejan dos grandes compañías que casi dominan todo Brasil. Yo soy alto y de tez blanca con cabellos claros, Malcom tiene los ojos verdes y yo azules, la profesora de literatura siempre se la pasaba diciéndome lo bonitos que eran, yo agachaba la cabeza cuando lo decía, mis compañeros me echaban una mirada burlona cuando aquello pasaba. Otra diferencia es que yo soy un poco más alto que Malcom.
En personalidad Malcom es un muchacho un poco retraído, aunque no aislado socialmente, yo tengo muchos amigos y asisto a casi todas las fiestas del colegio, la verdad es que soy bastante popular, aunque mi popularidad poco me ha servido para sacar buenas notas. No puedo quejarme me lo he pasado bien, aunque en estos momentos siento que me voy desvanecer.
Mi madre es una mujer de actitud severa, es directora de orquesta, en su trabajo ningún fallo está permitido todo debe ser perfecto y de acuerdo a lo establecido. En mi caso lo establecido era que sacara buenas notas durante estos dos últimos años para poder asistir a una buena universidad. Por otro lado, mi padre es director de una gran empresa, no sé qué clase de cosas hacen o venden en su empresa, sólo sé que le va muy bien, antes cuando era pequeño recuerdo que me llevaba a su oficina y todas las personas me trataban muy bien, me llevaban helados y todo lo que quisiera, claro que me gustaba ir al trabajo de papá. El verano pasado hicimos un trato si me sacaba buenas notas haríamos un viaje especial a mi lugar favorito, pienso que sí tendré un viaje después de todo, un viaje a cómo pudiste, confiábamos en ti y toda esa clase de reproches.
Al fin ha llegado mi turno, el chico que sigue después de mí ha tenido que empujarme de mi distracción para que continúe con el ritual, me acerco al tablero, trato de enfocar mis ojos y leo claramente mis notas:
Historia de los Estados Unidos: C
Algebra Avanzada: F
Proyecto Especial: B+
Literatura y composición: A+
Ed. Física: B+
Artes: A+
Música: A+
¿No les dije que a la profesora de literatura le gustan mis ojos? Y digo esto, porque la verdad, no creo que tuviera mucha aptitud o habilidad para esa materia, siempre escribía de cosas muy bobas que me pasaban y muchas veces olvidaba leer el libro asignado.
Historia me parecía la peor cosa de este planeta, pero lo consideraba un mal necesario, saber sobre historia tiene sus beneficios después de todo. Mi proyecto especial se trató de organizar un pequeño concierto junto con mis compañeros, tocamos piezas de rock en un formato clásico que a todos pareció gustarles, menos a mi tutor, mi madre podría entenderme en ese plano, una B no era tan mala.
En educación física no es que fuera malo, era sin presumir muy bueno, pero cuando eres muy bueno en algo te da pereza que te lo enseñen, así que prefería irme a vagar por el bosque con mis compañeros, fumábamos y hacíamos cosas tontas, platicabamos sobre la vida en el colegio y que pronto ya no estaríamos allí, creo que el señor Brexler se sintió un poco herido por mis ausencias y termino por darme esa nota.
No hablaré sobre la nota de artes, porque es claro que heredé algo de mi madre después de todo. Cuando vi la nota de Álgebra, casi me echo a llorar allí mismo, no lo hice, porque eso sería parecido al suicidio, aunque creo que todos notaron mi cara de pesar en mi rostro al ver las notas. No era bueno, ni tampoco malo para el álgebra, pero no era constante y casi no estudiaba, prefería dedicar mi tiempo a otras cosas más provechosas en ese momento, además parecía que pasaría el curso sin problemas con una C, creo que esta vez sólo me confié demasiado. Ahora estaba metido en un problema bastante serio, sí aún más serio que aquella vez que organice una fiesta en casa sin el permiso de mis padres.
Aquella vez pude librarme del castigo, esta vez no estaba seguro de poder salir ileso de aquello. Ni siquiera me entusiasmaba regresar a casa después del colegio, no quería abandonar el edificio, después de ver las notas casi todos se iban del colegio, las clases ya habían concluido, lo único que había por hacer era entrar a las clases extra, si tenías ganas, porque no eran de asistencia obligatoria y no daban notas, podías ir un día sólo para pasar el rato, tenía esa opción, pero sabía que mamá estaría esperándome en el auto y se preocuparía.Decidí recoger todas mis pertenecía; mis libros de texto; algunos libros que había comprado para leer que finalmente no había leído a causa del ajetreo de las clases; útiles escolares gastados; ropa que había sobrevivido a la guerra; y cosas por el estilo.
Cuando terminé de recoger mis cosas, me dirigí hacia la salida del colegio llevando mis pertenencias conmigo, me senté en la banca donde suelo esperar a mi madre, es una banca cómoda y alejada del ruido, a lo lejos veo las nubes y pienso que son hermosas, sólo desde este lugar se tiene una vista tan privilegiada.
¡Beep beep! El claxon del auto de mi madre me saca de mis pensamientos, otra vez estoy en un saco de problemas, trato de ocultar mis sentimientos. Me subo en la parte trasera del auto, mamá voltea para saludarme -¿Cómo nos fue hoy, campeón? ¿Estás listo para el verano? Nos divertiremos mucho ya veras, corazón- Mamá era una de esas señoras que no dejaban de llamarte con un montón de nombres cariñosos, cada vez que me los decía, aunque nadie me viera, no podía evitar ponerme rojo de vergüenza.
-Todo bien con el colegio, por supuesto que estoy listo para las vacaciones- dije tratando de mantener la calma y dando mi mejor actuación, aunque sabía que tarde o temprano todo se sabría, mientras intentaba procesar todo en mi cabeza -¿A dónde quiere que lo lleve mi príncipe a cenar hoy?- Dijo mamá con un tono súper dulce. –Cualquier sitio me parece bien- respondí sin mucho entusiasmo.
-No pareces muy animado el día de hoy ¿te pasa algo, cariño? Negué con la cabeza. -Bueno tal vez podríamos ir a ese lugar de las pizzas, ya sabes el que me gusta- dije tratando de sonar emocionado. –Oh sí ese lugar, muy bien, buena elección-. Por supuesto que mamá quería consentirme por el año tan duro que había tenido, así que fuimos a mi restaurante favorito, uno de pizzas con algunas máquinas de juegos, tal vez yo ya era un poco grande para estos lugares pero igual me divertía.
Llegamos al restaurante y mamá ordenó, una ensalada para ella y un combo para mí, el cual consistía en pizza, espagueti, soda y algunas fichas para usar en los juegos. Nos sentamos relativamente en silencio, de cuando en cuando me hacía algunas preguntas relativas a la escuela, preguntas que claro podía responder sin tener problemas de conciencia: ¿Cómo te la pasaste en el paseo de fin de cursos? ¿Sabías que la profesora Lawson dejará de dar clases?
Al terminar de comer decidí ir un rato a los juegos, además sería un pretexto para no responder ninguna pregunta incómoda. En la primera parada jugué a tirarle los dientes a un payaso, aunque ese payaso era medio tramposo, porque algunas veces le atinaba y no caían sus dientes, después me pareció un juego un tanto macabro, tirarle los dientes a un payaso, ahora entiendo porque a los payasos no les gustan los niños.
Después de aquel juego intente probar mi suerte en una especie de rueda de la fortuna, mi suerte al parecer no era muy buena, ya que sólo gané alrededor de 20 boletos, el máximo que podías ganar eran 1000.
Tras la decepción en ese juego decidí ir al juego de canasta, tenías que ser muy ágil para anotar y seguir en tiempo, si no eras lo suficientemente rápido corrías el riesgo de que el juego termina súbitamente, a diferencia del juego anterior en este me fue mucho mejor y alcancé a juntar 50 boletos, seguí jugando hasta terminar todos los créditos que tenía.
Después de jugar volví a la mesa con mi madre que en ese momento hablaba por teléfono, puse los grandes y maravillosos premios sobre la mesa, una goma de borrar en forma de crayola, un dinosaurio de plástico, una pelotita de colores, dos stickers y un caramelo, todo un tesoro, uno que probablemente costaba mucho menos que el esfuerzo invertido en sacar todos aquellos boletos, pero bueno al menos era divertido y me hacía un poco de gracia.
Cuando mamá terminó de hablar por teléfono, miro lo que había ganado –Parece que alguien está de suerte- dijo, mientras yo pensaba en que era todo lo contrario, lo que había ganado no se acercaba ni un poco a mi idea de suerte. Salimos del lugar y nos pusimos en marcha, durante el trayecto miraba las sombras que se proyectaban a lo lejos y en el pavimento, el camino me pareció tortuoso como no tienen una idea, el pecho me sobresaltaba.
Estaba nervioso porque no sabía cómo encarar a mis padres, cómo decirles que había fallado un curso y que tendría que hacer un curso remedial a mitad de verano, decirles no estaba en mis planes por el momento, mis papás eran estrictos como no tienen una idea, tenían una idea de perfección que rayaba en lo absurdo, el mínimo error y estabas fuera del camino, no podían darse el lujo de tener un hijo perdedor, todo lo que hacían era lo mejor y nadie lo cuestionaba.
Tal vez lo mejor sería contarle a mamá, pienso que ella sería más comprensiva, además podría ponerse de mi lado y convencer a mi papá para que no se enojara con mis notas, pero qué tal que fuera la primera en enojar y en poner en contra a papá. Esto me parecía bastante difícil, en todo este tiempo nunca había tenido que enfrentar a mis padres, siempre había hecho lo correcto, ahora me lamentaba el haberme puesto flojo este último año, sé que valió la pena, porque pude pasar tiempo con mis amigos y en verdad me divertí, sólo que eso no te salva de los castigos.
Llegamos a casa y todo transcurrió tranquilamente, subí mis pertenecías a mi habitación, acomodé mis libros, revisé que todo en mi cuarto estuviera en orden, encendí la televisión y me puse a ver mi serie favorita Mr. Robotex, sobre un hacker informático que salva al mundo de malvados agentes corporativistas que sólo quieren ganar dinero a costa de la gente sin recursos, durante el colegio no podía ver mucha televisión, así que ahora estaba contento de estar en casa y poder disfrutar de semejante artilugio.
No recuerdo que más sucedió esa noche pues me quede viendo televisión hasta muy tarde, incluso me quede dormido con la televisión despierta, mi madre tuvo que apagarla, no había nadie más en casa, papá se encontraba en un viaje de negocios por Europa, llegaría en un par de semanas, lo que sí recuerdo de esa mañana es bastante vergonzoso.
Me desperté bastante tarde porque ya estaba disfrutando de mis vacaciones, el sol entraba por entre las cortinas de mi ventana, entonces me desperté por la incomodidad que los rayos solares producían en mí, todos saben lo molesto que es que se filtre un poco de sol por la ventana cuando prácticamente estás hibernando, al despertar no podía creer lo que había pasado, tal vez era que estaba muy estresado pensando en qué decirle a mis papás.
-¡Rayos!- dije para mis adentros. A mis 14 años había tenido un accidente en la cama, me había hecho pipí, no lo podía creer, ahora tenía un problema más que agregar a la lista, tal vez había tomado demasiada soda el día anterior, tenía muchas justificaciones en mi cabeza, pero ninguna justificación me sacaría del apuro en el que ahora estaba.
Mi madre no se había despertado aún así que decidí poner en acción un plan, primero quite toda las sábanas y cobijas de la cama, después gire el colchón hacia el otro lado, coloque sábanas nuevas y bingo, como si nada hubiera sucedido. Después de hacer mi cama, lleve las sábanas y cobijas mojadas a la lavadora, las lavé y colgué, mi acción debió de haber causado bastante ruido, pues mi madre apareció enseguida en el cuarto de lavado.
-Buenos días, mi amor- articulo mi madre con una cara de confusión y sueño. -Buenos días, mamá- dije tratando de ser un poco despistado con mi objetivo principal. -¿Por qué estás lavando las sábanas y cobijas, Michael? me dijo con un tono entre severo y curioso. –Bueno, pensé que tal vez podría ayudarte con los deberes de la casa- dije sonando no muy convencido de mí mismo. –Me alegra que quieras ayudar, cariño, pero de verdad no es necesario que lo hagas- me dijo, mientras desparramaba mis cabellos con su mano. –Me vas a despeinar, mamá- dije frunciendo el ceño. –Bueno la verdad no te ves muy bien peinado que digamos- río y dijo -¡Ya deja eso, Michael, vamos a desayunar!
Sentado en la cocina pensaba en mi pequeño problema matutino, si volvía a pasar no podría ocultarlo, pues ya no habría otro lado seco del colchón, esto me tenía un poco preocupado, aunque la verdad era poco probable que volviera a suceder, nunca había mojado la cama antes, para mí era una cosa que sucedía sólo una vez, la vez en que estás muy estresado pensando en cómo solucionar todos tus problemas. – ¿Y bueno qué vas a querer de desayunar, Michael?- interrumpió la voz de mi madre. –Pancakes- dije un poco entusiasmado. –Pancakes para la mesa #4- bromeó mi madre.
La hora del desayuno paso de forma relativamente tranquila, pude desayunar unos deliciosos pancakes con crema, nadie hace pancakes como los de mamá, a ella le quedan perfectos, además no termina por quemarlos como otras personas (véase papá), sólo de imaginarme uno de sus pancakes hago una mueca –Tan malos me quedaron- dice mamá un poco confundida. –Oh no es eso, es que pensé en los que hace papá, pero los tuyos me parecen deliciosos- mamá río al escucharme.
El resto del día lo pase de compras con mamá, ella me invito, corrijo me obligo a venir con ella. Mamá tenía que comprar algunas cosas en SuperMart, así que le ayudaba con la compra, yo fui designado como el chofer de nuestro carrito de compras, de verdad que se necesita verdadera habilidad para esquivar el resto de los carritos y los peatones despistados.
Hubo una cosa en particular que me llamó la atención, mientras recorríamos los pasillos del supermercado no sé por qué razón terminamos en la sección de bebés, creo que mamá tenía que comprar algo de allí, es una sección donde puedes encontrar chocolates y utensilios para el hogar, y luego de un lado están todas las cosas de bebé. Durante un largo rato me quede como bobo mirando todo lo que tenían por allí, cuando mire los paquetes de pañales, hubo unos que llamaron mi atención, se trataba de los pañales de bebé más grandes que había visto, pensé en el accidente que había tenido en la mañana y me sonroje.
En ese momento estaba demasiado distraído y ensimismado, un señor y su carrito chocón me sacaron de mis pensamientos, mamá volteo a ver la escena, se molestó un poco con el señor, la cosa no pasó a mayores. La verdad es que aquellas cosas infantiles no me llamaban la atención, sin embargo, al ver todo aquello, sentí un poco de vergüenza al recordar mi pequeño secreto de esta mañana.
El resto de la tarde la pase en mi cuarto jugando videojuegos, mis favoritos eran Call of Duty y Assassins Creed, mis compañeros de juego estaban un poco molestos conmigo porque estaba siendo lo bastante distraído, razón por la cual no podíamos ganar la partida. Me gustaría decirles que estoy un poco estresado, trato de concentrarme, hasta que la partida termina, ganamos, pero sé que no fue gracias a mi esfuerzo.
Me desconecte del videojuego y fui por algo de pizza a la cocina, mi madre estaba acomodando las compras que había hecho, estaba hablando con papá, parecían hablar sobre algo de mí, pero no logré escuchar lo suficiente su conversación para saber lo que estaba pasando, mamá quizá sólo le contaba que ya estaba en casa, mamá siempre solía prestarme su celular cuando papá llamaba, esta vez no lo hizo, me pareció algo extraño, pero de cualquier manera no me sentía preparado para hablar con mi padre, no sabía si podía guardar el silencio con él, mi conciencia me estaba matando en esos momentos.
Salí de la cocina tome mis cosas y salí de casa, no dije a dónde iba, no pensé que fuera necesario, además en el estado en que me encontraba solo quería salir corriendo de allí, tome un autobús y fui al parque central, caminé como si estuviera buscando un lugar en específico, pero no buscaba ningún lugar en particular. Me senté en un espacio frente al lago con una gran sombra, un poco de forma inconsciente como un impulso primitivo acerqué mi mano al agua, estaba frío, pero se sentía muy bien entre las manos como una caricia.
Una mano me tapó los ojos, me asuste un poco, hasta que escuche el famoso -¿Quién soy?-, pensé en un momento, toque a las manos y brazos de la persona quién podría ser -¿Eres Jeff? dije un poco para mí. –Incorrecto- dijo la voz. –Ya sé eres Luke? dije un poco menos convencido. –Usted ha activado la contraseña correcta para autodestrucción en 5...4...3...2...1-.
Luke era un viejo amigo mío, tenía los cabellos castaños y los ojos claros algunas veces se miraban un poco ámbar y otras un poco café, era un poco más alto que yo, además era una persona bastante alegre poco podía causarle enojo, siempre decía que era absurdo tratar de ver el lado negativo de las cosas, aquello le parecía un total desperdicio, así que siempre trataba de mantener una actitud positiva frente a todo lo negativo que estuviera sucediendo en ese momento. Era un milagro que Luke se hubiera aparecido en estos momentos, pero tenía lógica, era verano y todos estaban iniciando sus vacaciones.
El resto del día Luke y yo la pasamos juntos, nos pusimos al tanto sobre la vida del uno y el otro. Luke me contó sobre su año en la escuela, le había ido mucho mejor que a mí y ahora estaba de vacaciones en casa de sus padres, había salido un momento al parque para distraerse igual que yo. En el parque caminamos y charlamos sobre diferentes cosas, nos subimos a los go karts y también nos unimos a un equipo de paint ball, al menos pude distraerme por un momento.
Al volver a casa mamá estaba bastante enojada –Michael ¿dónde estuviste? dijo con el ceño fruncido. –Mamá, sólo fui al parque con Luke- dije sin preocupaciones. –Pudiste haberme avisado, estaba muy preocupada, ni siquiera te llevaste tu teléfono, qué pensabas Michael- dijo en tono de reproche. –Sólo quise salir un momento a distraerme, eso es todo- dije sin mucha convicción. –A tu cuarto, Michael, sabes que estás cosas no me gustan- fueron las últimas palabras que me dirigió.
Genial, así empiezas las vacaciones, bien hecho, Michael, me dije a mí mismo, tú sólo te metes en problemas, mamá tenía razón porque rayos no le dije que salía al parque, eso era bastante sencillo, no puedes hacer nada sin arruinarlo. Ahora estás aquí en tu habitación y al parecer castigado hasta quién sabe cuándo, del coraje que sentía me dormí y no desperté hasta el siguiente día por la tarde.
-Buenos días, cariño- me despertó mamá mientras abría las cortinas de mi habitación. –Mamá es muy temprano, qué haces, cierra la cortina- dije un poco molesto. –No, Michael, levántate, ya es tarde, tengo mucho que hacer hoy y vas a ayudarme, primero quiero que tiendas tu cama y ordenes un poco, tal vez puedas ayudarme a lavar las sábanas como la vez anterior- dijo mamá con ese tono que usan las mamás cuando de verdad quieren que hagas algo, aunque lo último me hizo sentir algo de pena, será qué mamá ya sabía lo que me había sucedido, no creo que lo supiera, me estaba poniendo un poco paranoico con el asunto.
Ese día no había tenido ningún otro accidente, por suerte, sin embargo, ahora tenía que ordenar mi cuarto, toda la mañana me la pase limpiando y acomodando un poco, hasta hice un par de remodelaciones a mi habitación, moví algunos muebles y volví a reordenar todo, nunca había estado más limpio y ordenado que ahora. Después de limpiar mi habitación desayune como de costumbre, esta vez tuve que desayunar cereal porque mamá estaba muy ocupada, mi cereal favorito eran los cheerios, desayunarlo hizo que estuviera de buen humor por el resto de la mañana.
El día estuvo bastante agitado en casa, mamá solía ir y venir de un lado a otro, limpiaba como si el mundo se fuera a terminar y no quisiera que el día del juicio final la agarrara con la casa echa un desorden. Mamá tenía una empleada doméstica, pero le había dado vacaciones, la señora Dalia era una inmigrante de primera generación, apenas y hablaba un poco de inglés, pero eso no evitaba que fuera excelente haciendo su trabajo, sólo que ahora no estaba en casa y teníamos que hacer nuestro mejor esfuerzo por mantener la casa limpia.
Luego de un rato comprendí a qué se debía todo este esfuerzo, papá pronto regresaría de su viaje de negocios, así que mamá quería tener todo en orden, si algo le molestaba a mi padre era que no hubiera orden en la casa, acostumbrado a tener su oficina impecable, exigía lo mismo a sus empleados y muchísimo más a nosotros que éramos su familia.
En ese momento comencé realmente a preocuparme, ya que mi padre era una persona bastante estricta, no puedo negar que era un buen padre y que hacía lo mejor por mí. Me llevaba a pasear, jugaba conmigo a las luchitas, a veces jugábamos fútbol en el patio y nos divertíamos a lo grande. Si con papá podias divertirte a lo grande, también podias sufrir castigos a lo grande, papá no se andaba con rodeos simplemente pasaba a la acción.
Mamá que también era una aficionada al orden y la disciplina no hacía más que reforzar los castigos de mi padre y aprobarlos, diciendo que ya sabía las consecuencias del mal comportamiento. Siempre que quería librarme de los castigos de papá iba con mamá para tratar de brincarme el castigo y a veces me resultaba peor. No sé cómo podía pensar que ella realmente me salvaría de un castigo, y una y otra vez volvía a caer en el mismo tipo de pensamientos, qué bobo pensé por un instante.
Mi padre llegaría el próximo lunes en un vuelo que venía procedente de Londres, llegaría a las ocho de la mañana y nosotros iríamos a recogerlo al aeropuerto. Todo estaba ya planeado para su regreso, después iríamos a comer a un lugar familiar que es el favorito de mi padre, siempre cuando vamos pide una cerveza y una orden de alitas. Dice que ese lugar le parece muy acogedor y con muy buen ambiente, la comida no es de mi gusto, pero debo admitir que tienen un helado delicioso. En ese momento se hizo agua la boca de recordar el sabor dulce del helado, aunque tuve que abandonar esos pensamientos para continuar con las faenas domésticas que mi madre me había impuesto.

Mickey: El mejor bebé del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora