Épilogue

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Epílogo para la trilogía "Cartas jamás enviadas".

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Después de años guardando rencor por una crueldad innecesaria hecha a mi persona por un adolescente inmaduro, por fin fui capaz de soltar el dolor y la rabia.

Nadie se imagina cuanto peso menos fue, cargaba una carreta pesada como una mula, un peso que no era mío y que no tenía por qué cargar. Esa carga era del imbécil que me dañó sin razón, pero a la vez a él le habría sido muy fácil de soltar con solo pedir disculpas.

En mi caso, esa carga logré soltarla solamente después de perdonarlo aun si no llega a sentir culpa.

Ese cambio en mí me permitió vivir más libremente, sin dolor y sin rabia, me permitió sanar. O eso creía.

Quería saber de él, quería hablarle y contarle que lo perdoné, también quería saber cómo le había ido en su vida y quería desearle lo mejor. Después de todo, ese odio que le tenía ya no existía, y quería que supiera que ya no tiene poder sobre mí.

Pero cuando lo vi sentado en la biblioteca de la universidad, me paralice. Todas las buenas energías que deseaba mandarle desaparecieron en cuanto vi su rostro después de tanto tiempo, fue imposible no reconocerlo y esperaba que él no me reconociera.

¿Debía irme? ¿Tal vez acercarme y hablarle? ¿O seguir mi camino como si no lo hubiera visto? La valentía y confianza que me tenía había desaparecido con solo verlo tan cerca y tan lejos a la vez. Elegí la primera opción y me di la media vuelta para irme de ese edificio, pero alguien me llamó:

—¿Lily? ¿Eres tú? —Me reconoció, incluso sin darme la vuelta sabía que era él quién me hablaba.

—Eh... Sí, ¿Cómo... Has estado? —Me di la vuelta en un solo movimiento, nerviosa y sonriendo torpemente, no quería hablarle ni mucho menos verlo. Él se levantó y dio unos pasos hacia mí.

—Ah, bien, eh... ¿Sabes? —Se rascó la nunca, pensando en la adecuada elección de palabras, cerró los ojos con fuerza y finalmente habló—. Yo, uh, realmente... Lo siento mucho. Te hice mucho daño sin razón alguna, solo... Era un mocoso que quería entretenerse de la manera errónea —parecía que le costaba mucho dejar salir aquellas palabras, aun si de verdad lo sentía.

Aun si ya no necesitaba oírlo, aun si él realmente no sentía culpa sobre lo sucedido, esas palabras de verdad me trajeron paz.

Para el jugador ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora