Las clases

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- Por ejemplo, otro año más en esta tortura, yo no se porqué Dios es tan "bueno" para otorgarme estos "buenos" estudios. Me refiero, a que Satanás no tiene tantos problemas con nosotros, él sabe que nos apañamos bien, si cometemos un error es nuestro problema.

- No concuerdo con usted Sr. Dark.

- Por supuesto que no lo hace. Porque usted no solo enseña la asignatura de religión, usted es un cristiano de pura fe que va todos los domingos a misa y hasta puede que obligase a sus hijos a hacer catequísmo, pero eh, cada casa es un mundo y nadie tiene nada que opinar a menos que viva dentro de esas cuatro paredes. Pero volviendo al tema que nos ocupa esta clase, ¿si Dios es tan benévolo porque entonces nos deja caer en la tentación de los pecados que condenarán nuestra alma para siempre a la más terrible tortura en la vida después de esta? Porque que yo pueda observar, la mitad de los alumnos de esta institución siguen tomando drogas, alcohol o buscándose problemas con la autoridad.

Cerca estaba de responder el señor Raynolds cuando sonó el timbre de cambio de clase. Como siempre yo fui el primero en agarrar mis cosas y largarme de esa clase aburrida y diminuta. No tengo muchos amigos que digamos, bueno, en realidad no tengo amigos, sólo conocidos; no suelo llevarme muy bien con la gente por mi frío temperamento, pero sí me hablo con algunas personas, nunca viene mal tener aliados. Es la hora del almuerzo y los puedes ver a todos agrupados como por una especie de categorías creadas por la sociedad desde tiempos inmemoriales, categorías tóxicas que lo único que hacen es envenenar a los jóvenes comiéndoles la cabeza y creándoles inseguridades innecesarias tan solo para que cumplan en lo más parecido con el estereotipo de perfección que hemos creado. Por eso me quedo solo. O al menos así es como lo denominan las personas de este recinto infernal. En verdad no me siento solo, soy yo y mis pensamientos, y las pocas personas que permito que me hablen.

- Hoy te has lucido en clase, eh -da un mordisco a su manzana mientras se sienta a mi lado.

- Cállate Rupert, sólo he dicho lo que todos pensamos de él.

- Siempre quitándote méritos. Para querer quedarte en la sombra sin destacar, triunfas bastante en clase; si no fueses una especie de bicho raro tendrías a todas las tías detrás de ti.

- No me interesan esas cosas y lo sabes.

- Venga, seguro que ni siquiera te has dignado a probarlo -le da otro mordisco a la manzana, y con la boca llena continua-. Igualmente, no tienes porque iniciar una relación, haz como yo, úsalas y luego...

Justo entonces pasa el grupito de ricachonas del Western y como no empieza a tirarles piropos, aburrido por su comportamiento primitivo me levanto y me marcho.

Harto de este colegio, más que harto, pero no me queda otro remedio si quiero hacerle justicia, su sacrificio no puede quedar en vano, le atraparé y pagará por los años que perdí con ella.

Diario De Un Enfermo MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora