Llegué cansada a la parada, llevaba dos bolsos encima. Al lado había dos personas sentadas y me quedé mirándolas, pensando en algo que ahora no me acuerdo. 1 hora tarda el bus 534 en llegar a la parada. Por fin. Ahora estaba en la fila esperando mi turno para entrar, me sentía tan cansada y hambrienta que solo deseaba llegar a casa, cenar y dormir, planes típicos de San Valentín. El conductor del bus se queda mirándome, fue el momento que me di cuenta que volví a quedarme varada, probablemente en un mundo astral. ¿Vas a entrar si o no? me preguntó el conductor y yo solo asentía, pasé mi bono por el aparato ese, no sé como se llama. Sentí las miradas curiosas de los pasajeros de aquel bus. Lo odio.
Agradecí que no había tantos pasajeros, buscaba un sitio cerca de la ventana y que también estuviera cerca de la puerta trasera, lo encontré, me senté y acomode las bolsas que llevaba. Sentía mucho sueño, apoyé mi cabeza a la ventana y me quedé dormida durante todo el trayecto. Señorita, Señorita, por favor levántese. Escuché al conductor del autobús llamarme, dios que vergüenza. Me levanté con mucha pereza y recogí mis bolsas. Tan pesadas. Llegué a Príncipe Pío por un momento me quedé desorientada, hasta que encontré el camino. Me subí a las escaleras mecánicas, sentí un empujón muy fuerte de parte de un hombre que estaba corriendo, muchos se quejaron de aquel hombre. ¿Cómo no?
Otra vez tendría que sacar mi bono para pasar, me arrepentí de no haberlo sacado antes, que despistada. Tardo unos minutos más hasta que lo encuentro, suspiro. Salgo corriendo para poder llegar al metro, hace tanto calor ahora. Gracias a Dios o cualquier ser supremo llegó al metro, no hay sitios, tendría que cargar con el peso de las bolsas, de nuevo. Cada vez que estoy en el metro, me gusta imaginarme qué es lo que piensa cada uno de los pasajeros, un ejemplo, la mujer a mi lado seguramente estaba pensando en porqué no encontró el Nestlé jungly. Me reí de mis ocurrencias y conté cuantas paradas faltaban, 6 paradas faltaban y empecé a citarlas. Tribunal. Alonso Martínez. Gregorio Marañón. Nuevos Ministerios. Santiago Bernabéu. Cuzco. Finalmente, Plaza Castilla me bajé y me fijé en que todas las chicas llevan con ellas una rosa, que bonito es el amor.
¿Qué hora es? Me preguntaba a mi misma, 21.00. Estaba a tiempo, me fui corriendo y me encontré con una fila larga para el bus 726, suerte que quedaban solo 30 minutos, solo 30 y no más. Me quedé mirando al grupo de adolescentes delante mío, tan animados. Noté que la fila iba avanzando, esta vez con el bono en la mano sigo sin problemas, por fin.
Tin tin, sonaba el trasto ese, me di la vuelta, busqué un lugar en el cual sentarme y me quedé mirando al chico, al que llamé Anónimo, él también se quedó mirándome, en ese momento sentía un click y no sé. Oí bufar a una mujer y tuve que dejarla paso. Mala mía. El sitio detrás de Anónimo estaba vacante, decidí sentarme y él se giró levemente, seguro tenía curiosidad sobre la chica que se le quedó viendo embobada. Todo normal. Seguía pensando en ese click que sentí, me estaba cuestionando qué era eso. Cansada, seguía cansada. Abro mi bolso para tomar mi móvil y los cascos que mágicamente estaban enredados, los desenredo y los conecto a mi móvil a fin de escuchar música.
No sé si fue a causa de la música , no paraba de pensar en él, ¿Quién eres? Tal vez era yo la que creó ideas, sin embargo, en el aire se podía sentir cierta atracción de nosotros, es tan fuerte. ¡Oh Dios!, me di una palmada en la cara para alejar esos pensamientos. Escuché murmurar algo y le presté atención, desde aquí no podía ver nada más que su cabello y la ropa oscura que llevaba puesta, tenía mucha curiosidad y apoyé mi cabeza a la ventana, desde el reflejo de ella podía ver un poco lo que hacía mi estimado Anónimo. En mi mente pensaba en miles de forma que le podía dar conversación y en ningún momento me atreví a hacerlo, por su parte no sabía lo que estaba pensando. Seguía divagando. Durante el trayecto no podía parar de pensar en el Anónimo, por favor date la vuelta. Repetía en mi cabeza. Vamos. Sin embargo, nunca pasó. Mi respiración se volvió tan pesada y él suspiró. Tenía las ganas de pasar mi mano por su cabello tan desordenado. Anónimo, ¿Qué me haces?. Y como si fuera arte de magia apoyó su cabeza como si me diera permiso para poder hacerlo, cobarde, nunca pude hacerlo. Me picaban las manos. Cada vez que el autobús 726 se paraba temía que se bajase y me puse a rezar a Dios o a cualquier ser supremo.
"Teníamos ganas, tenemos ganas"
Vi como asomaba su mano por el lado de los asientos, temerosa le agarré la mano y podía sentir una chispa recorriendo todo mi cuerpo, creo que él también lo sintió. No, aseguró que él también lo sintió. Él no dudó en acariciar mi mano y solo sentía que me derretía, tal vez era una ilusión de cansancio, tal vez era un sueño, no lo sé, no lo sé. Estuvimos así todo el trayecto hasta que tuvimos que separarnos porque este es el final de aquella historia de amor en el autobús 726. Era mi parada y no podía quedarme, tenía que bajar. Anónimo agarró fuerte la mano sin hacerme daño como si supiera lo que pasaría, sin embargo queridos lectores esta no es una historia de amor. Le di una última caricia a su mano, adiós, le susurré. Adiós, susurró. Nadie se podía dar cuenta de lo triste, solo los dos.
Mis dos bolsas y yo bajamos de este triste autobús. Me dirigía a mi casa con un sentimiento de vacío. Caminaba por la calle oscura y silenciosa, podía oír mis pasos, sentía el dolor y el arrepentimiento. Anónimo venme a buscar, murmuré. Llegué a mi casa. Hola soledad. Dejé mis bolsas caer sin cuidado y me dirigí a la habitación para cambiarme y darme una buena ducha para poder quitarme ese sentimiento. Como si pudiera. Media hora tarde en el baño, media hora pensando. Anónimo, Anónimo, Anónimo...
Esta oscura y solitaria noche, me quedé pensando en él, solo en ti, querido Anónimo.
j' ai eu le "coup de foudre"
(Realmente no esta basada en la canción de crush, pero me he estado imaginando esta escena con la canción de fondo. El relato llevaba rondando mi cabeza mucho tiempo, desde el 14 de febrero. Para escribir esta historia me centré en la desesperación que sientes al no volverte a encontrar con la persona que dejo una gran huella en tu corazón y mente, no puedes olvidarla/o. Muchos tenemos o teníamos ese alguien a quien no dejábamos de pensar. En el relato es algo diferente porque al final consigue tener tacto con ese alguien, algo que es poco probable. Sin embargo sigo con la línea de tal vez lo/la pueda volver a ver o no, desde aquí todo ya se basa en la probabilidad y si crees en el destino, también puede.)
r1001100.
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Relatos
RandomEscribiré un montón de historias que se me ocurren. Espero que les guste :)