𝕹𝖎𝖌𝖍𝖙𝖒𝖆𝖗𝖊 [Alucard Hellsing]

Part 1

Vlad's blood

"La sangre era un gusto que había tomado, ¿Entonces por qué no podía beber de ella?"

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Walter C. Dornez había trabajado desde chico en la organizacion de caballeros protestantes reales y cuando se le dio la oportunidad al ser de confianza para la familia Helsing aceptó sin más tomándolo agradecido. A pesar de ser un mayordomo le hacían sentir como en casa, como parte de la familia y jamás le había molestado en absoluto.

Sin embargo, su molestia hacia cierto ser le molestaba en exageración: un egocéntrico, egoista y estúpido vampiro que sólo le importaba divertirse con lo que fuera a su antojo.

Entonces como una chispa recordó lo que le habia dado a guardar Sir Arthur, confidencialmente, lejos de su familia. El expediente lleno de secretos hablaba sobre la vida de Vlad Tepes, como el mundo lo conocía gracias a Bram Stoker: Drácula; o como ellos lo llamaban: Alucard.

El expediente hablaba de cuantas víctimas había tenido en todos esos siglos, cuántas amantes, sirvientes, el cómo tuvo novias y cuántas y no menos importante: el cómo lo habían encontrado y le habían puesto una clase de magia con alquimia para tenerlo a sus pies, a su mando.

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ejó salir un hondo suspiro mientras observaba aquel lugar a las afueras de Rumania, una casa vieja y arruinada tras el paso de siglos, las cosas rotas, fragmentos de un candelabro completo en ruinas y cosas metálicas oxidadas, en conclusión nada se podía salvar de aquel lugar.
Walter siguió caminando por todo aquella casa investigando sobre lo que estaba escrito en el expediente del rey no-muerto.

Su vista fue sorprendida por una piedra preciosa que brillaba con intensidad justamente incrustada en una rara estatua de marfil en forma de corona, cuya piedra estaba incrustada en ella.

Al tocar la piedra está dejo de brillar y en su lugar lo que la luz lo llevó a ver posteriormente, fue un retrato al óleo de una bella joven de orbes dorados brillando con intensidad junto a unos lirios, su melena dorada combinaba con su vestido rosado. Walter quedó encantado ante aquella imagen y al voltear hacia abajo, había otro retrato, en cambio familiar con la misma joven; el joven adolescente tomó el cuadro con delicadeza, observó maravillado, una vez más a la mujer, enseguida al único infante que salía en los brazos de la rubia y junto a ellos totalmente serio su gran compañero, Alucard en su versión de Conde.

Sin embargo, en el expediente jamás estuvo escrito que Vlad tuviera una esposa en su tiempo de Conde y menos un hijo.
Sonrió satisfecho, tomó las pesadas obras, la piedra preciosa, y salió de aquel lugar no sin antes verla con una sonrisa burlona, guardando en su chaleco la pequeña libreta como expediente de su gran amigo.