Una eternidad unidos (+18)

33 2 0
                                    

   Estaban todas las persianas cerradas pero entraba una pequeña penumbra a través de la ventanilla de la puerta de entrada. El equipo de audio reproducía un CD de música pesada, tal vez de Marilyn Manson, y la televisión mostraba las noticias de la semana proyectando colores fríos sobre la pared. En la mesa de la cocina había una botella de Chivas Regal por la mitad, un vaso y una gran cantidad de fotos desordenadas.

   Estaba casi dormido. Sostenía el vaso de whisky con una mano y  un revolver calibre treinta y  ocho con la otra. La cabeza posaba inmóvil sobre el montón de imágenes y las lágrimas se le desprendían de los ojos cayendo sobre la cobertura de vidrio. Estaba esperando a que llegara. Necesitaba explicaciones.

   La cerradura hizo un ruido metálico, el picaporte bajó, la puerta se abrió y se volvió a cerrar con violencia. El estruendo hizo que Lucio se despertara sobresaltado, tenía la mirada perdida, los ojos rojos, la piel de la cara enrojecida y los pelos todos revueltos.

—¡Volviste! La señora de la casa se dignó a volver —decía mientras la señalaba con el dedo índice—  ¿Y? ¿Te cansaste de coger? ¿Te cansaste de chuparle el pito a ese viejo de mierda?

—¿De qué me hablás, Lucio? Recién vengo de trabajar.

—¿¡A esto le decís trabajar!? —Agarró un par de fotografías y se las tiró en la cara— ¡Sos una hija de puta!  ¿¡Y me mentís en la cara!?

   La chica se agachó para levantar las imágenes. En algunas estaba de la mano con un tipo entrecano, de ojos verdes, mientras tomaban un helado y paseaban por el centro de una localidad cercana. Otras los sorprendían cenando junto a las velas en un restaurante y la última encuadraba una ventana a través de la cual se los veía sosteniendo relaciones sexuales de una manera apasionada. Al ver estas imágenes sintió como un golpe de calor muy intenso que le recorrió el cuerpo de arriba abajo.

—Pero… Amor… Te puedo explicar…

—¿¡Qué me vas a explicar!? ¡Sos una puta de mierda, no hay nada que explicar!

—No amor, dejame que te explique…

—Amor, amor, ¡¡AMOR!! —Dijo en tono de burla—. ¿Sabés qué? vos no tenés capacidad para amar a nadie. Vos tenés capacidad para coger con el tipo que más plata lleva en la billetera...

—¡Perdón, no sé qué estaba pensando! ¡Yo te amo!  —Gritó la chica al romper en llanto.

Lucio se levantó estrepitosamente de la silla con una foto en la mano y el revolver en la otra.  Ella podía ver sus ojos inyectados de sangre y las venas del cuello llenas de ira. Tenía los pelos duros y todos enredados, el olor a alcohol se sentía a la distancia. Nunca lo había visto de esa manera, no era el hombre tierno y sensible con el que se había casado hace dos años atrás; parecía poseído,  estaba fuera de juicio. Su estado la aterraba, le provocaba piel de gallina.

   Un escalofrío le recorrió la espalda al instante de percatarse que se abalanzaba sobre ella sosteniendo un arma de fuego. Se le acercó a centímetros de su cara y le mostró la foto.

—Te gusta chupar ¿Eh?  —Le puso el revólver en la boca y la agarró de los pelos por atrás de la nuca—. ¿A ver cómo lo hacés?

—¡Mmmmm... Mmmm... MMMMM! —Balbuceaba ella. Estaba aterrada, temía por su vida. Ese loco podría apretar el gatillo en cualquier momento.

—¡Shhh, ey, ey, ey! —Tiró con más fuerza de su pelo—. Portate bien, no me hagas hacer una locura.  Ahora quiero que te imagines que el cañón es el pene de tu amante, de ese viejo de mierda. No te preocupes por el sabor metálico. Quiero que lo goces como gozas haciéndoselo a la verga de él... A ver...  Ay... sí, ¡sí...!

Una eternidad unidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora