Yuuta se daba vuelta y vuelta en su cama, buscando una manera cómoda de dormir, pero él tenía claro que no era por eso que no lograba conciliar el sueño.
¿Ya cuánto llevaba lejos de Japón? Unos tres meses o más, y normalmente al llegar a su habitación su cuerpo ya estaba tan pesado por lo que había hecho durante el día que caía rendido a la cama, no era la más cómoda, pero sí dormía.
Pero a veces pasaba esto que, aunque su cuerpo no daba más, su mente sí. Y esta lo llevaba a esos días donde estaba con sus amigos, con su familia.
Soltó un suspiro frustrado, tenía sueño.
Buscó su teléfono en el velador, lo desconectó y miró la hora.
Quiso golpearse, eran pasadas las cuatro de la mañana. Miguel no tendría consideración con él, no iba a dejarlo dormir hasta más tarde solo porque se había desvelado.
Fue a la aplicación de mensajería y vio que tenía varios mensajes de sus amigos. Pero él no tenía tiempo para contestar, el último era de Maki.
Lo abrió curioso, rara vez ella le mandaba mensajes, más que nada era Toge mandando fotos posando junto a Panda, Maki y Gojo-sensei, o hablaban en llamadas grupales por una aplicación. Pero eso no era siempre, tal vez fue en dos ocasiones que tuvieron llamadas, por lo ocupados que estaban ellos, y más él.
Y el mensaje era una foto, específicamente una foto de un plato de comida llamado yaki udon.
Alzó una ceja extrañada, ¿por qué Maki le enviaba eso?
Y no supo en qué momento marcó su número, simplemente cuando cayó en lo que estaba haciendo ya era demasiado tarde.
—¿Yuuta?
La voz de Maki hizo que su corazón saltara de alegría, reflejándose en su rostro.
—Maki-san—habló él con una voz más ronca de lo normal, debido a no hablar hace bastantes horas.
—¿Sucede algo? —preguntó extrañada por la inusual llamada de su amigo. Hace poco se había puesto su pijama, era aún temprano, pero estaba algo cansada.
—No, nada. Estoy bien, ¿y tú?
—Bien, supongo—respondió ella restándole importancia y sentándose en su cama.
—¿Supones?
Es Mai, la vi hoy.
—No me agrada tu gemela—comentó él frunciendo levemente el ceño. Yuuta había presenciado una vez como Mai se refería a Maki, y no le había hecho gracia, aunque al parecer su amiga no le daba importancia a eso.
Maki río por un momento.
—Mai es complicada.
—Diría que le gusta ser cruel, sobre todo contigo—refutó Yuuta mientras se rascaba un ojo—. ¿Por qué es así?
—Probablemente la pudrió esa misma familia—razonó Maki soltando un suspiro—. ¿cómo te ha ido? ¿Algo interesante? —decidido cambiar el tema, no quería amargarse.
—Nada interesante.
—¿Y Miguel? —Maki realmente no conocía a esa persona, pero era quien estaba con Yuuta.
—No quiero hablar de Miguel o las misiones, Maki-san—respondió con una leve irritación en su voz.
—Está bien.
Si Yuuta no quería hablar sobre eso ella no tenía problema, pero no iba a negar que le preocupaba.
—Pero no te ha pasado nada grave, ¿verdad? —quiso asegurarse.