Casi sin darme cuenta, habían cesado las gotas de lluvia. Mis botas rojas, ya gastadas de base a superficie, me hacían recordarte sin consciencia, casi como si mi cuerpo no fuese parte de ellas.
Un roce del índice tuyo sentí en mi mejilla empapada de lágrimas.
Sí, la lluvia había cesado; sí, mis botas habían llorado.
Recuerdo con cariño aquel día en que tu índice rozó tierno mi mejilla, contorneando esta como si de mi propia mano se tratara.
Eras tanta paz, y tanta angustia al mismo tiempo.
Deseo ahora no haber parpadeado ese día, para no perder de vista tu imagen que ahora, de a poco, se borra de mis más profundas memorias.
Recuerdo aquellos viejos tenis que usabas cada día, cuando rápidamente los encajabas en tus pies para ir a dejarme al taxi, despidiéndome con un beso eufórico, como diciéndome que pronto nos volveríamos a ver.
Eras mi más extenso poema. Me gustaba escribirte a diario, pero leerte lo hacía sólo con un té al lado.
Te traía a casa, el té y a mi familia te servía.
Bajan mis lágrimas, de amor me explota el alma y tú de a poco te borras, de a poco me llamas.
Te soñé hoy de nuevo, con aquella dulce mirada de niño perdido, de encantador personaje de videojuegos, vestido de tus series americanas favoritas.
Frente a mí recitabas estrofas de tus canciones favoritas, y yo, desprevenida, simplemente escuchaba. Agradecí aquellos momentos, lo hago ahora y lo hago siempre.
Estás. Te manifiestas en mis sueños, y yo triste bailo; hermosa te sonrío para que nuevamente me digas Te amo; despierto y en mis manos te encuentro.
En mi cama, nuevamente tendido, esperando instrucciones, esperando a que mi voz te sacara de aquellos trances que en silencio inundaban cada rincón de tu mente.
Te miro a los ojos, un Te amo quiere bajarse de mis labios, pero tú extrañas más de lo que vives, y aquel te amo se quedó siempre, y aún lo guardo.
Báilame borracho, cántame dormido, corre conmigo por un prado blanco, imita el sonido de las ballenas, grita que extrañas, que añoras y desparramas.
Grita con todas tus fuerzas, y así en mi cabeza resuenas.
Así en mis sueños me despiertas,
y de a poco nos olvidamos, como las viejas risueñas.
