Mi cabeza ahora mismo duele tanto que estoy a punto de arrancármela, después de dejarme como mierda los muy cobardes huyeron, no sé qué querían realmente, no me robaron ni nada parecido, mi mente intentaba acomodar las piezas del rompecabezas pero era imposible con el dolor recorriendo cada fibra de mí, se hacía tarde para la reunión que tenía con Allison, así que me puse sobre mis pies tambaleándome un poco pero logrando un equilibrio decente, camine con mi mano en la cabeza unas dos manzanas más, el dolor era tan insoportable sin contar las heridas en mis costillas, brazos y piernas,
Malditos.
La casa de Allison era como una mansión de Hollywood, gigantesca, había una reja negra que la rodeaba toda, desde afuera se podía ver las fuentes, rosas rojas y blancas que adornaban el camino hasta la puerta principal, toque un pequeño timbre negro que estaba al lado de la reja por afuera, segundos después esta se abrió de par en par, la cabeza me seguía doliendo así que me apresure a entrar, vi como la gran puerta principal se abrió, Allison estaba parada junto a ella, llevaba unos Jean azules con una blusa blanca que dejaba ver parte de su piel en la parte baja, su cabello castaño estaba suelto, se veía más brillante que nunca, o yo ya estaba alucinando de dolor.
— ¡¿Qué te paso?!—. Su voz alarmante hizo eco en mi interior haciendo que el dolor se intensificará.
—Shh, ¿puedo entrar?—. Dije en un hilo de voz.
Se apartó para que yo pudiera pasar, mientras caminaba hacia adentro mis ojos se deslumbraba por tanto lujo alrededor, pero con tanto dolor sólo pude ver largos pasillos, escalera en caracol, un araña de cristal colgada en el techo, wow ¿Qué hace unan chica tan rica estudiando en NYU, cuando puede estudiar en Harvard?
—Traeré un botiquín—. Allison me miraba estupefacta y sus ojos demostraba preocupación.
No paso mucho tiempo hasta que Allison volvió con una caja blanca en sus manos.
—Siéntate—. Ordenó.
Abrió la caja, y saco un envase blanco, luego tomo un poco de algodón empapándolo en el líquido de recipiente, se le veía tan concentrada qué mi subconsciente me fallo y dije algo que sólo quería pensar.
—Te ves muy linda así ángel—. Sus ojos se abrieron un poco, supongo que por la sorpresa del cumplido, pero no dijo nada, se mantuvo en silencio haciendo cuidadosamente el procedimiento de empapar el algodón.
Su mano se acercó a mi frente en donde salía cierta cantidad de sangre, sus ojos conectaron con los míos por un momento hasta que ella quito la mirada para dirigirla a mi frente, sus toques eran suaves pero el líquido ardía tanto que hice una mueca de dolor.
—Perdón—. Dijo en un susurro Allison.
Se veía tan tierna, deslizo el algodón lleno de sangre a una charola con agua que no había visto, saco otro montículo de algodón empapándolo nuevamente de ese líquido, siguió haciendo lo mismo alrededor de mi cara hasta dejarme sin un rastro de sangre, cogió un esparadrapo colocándolo ágilmente en las zonas afectadas.
En los otros lugares de mi cuerpo sólo me dolían los huesos por los golpes, pero no había sangre, guardo todo nuevamente en la caja blanca y la cerró, un pequeño silencio se formó y ya sabía que estaba esperando que le contara que me había pasado.
—No lo sé—. Dije sin más.
— ¿No lo sabes? ¿Pero cómo pasó? ¿Quién fue tan animal para hacerte eso?—. No pude aguantar la sonrisa de autosuficiencia, su expresión de preocupación era impresionante, o de lastima.
El pensamiento deshizo mi sonrisa en cuestiones de segundo, sus ojos me miraban y decían dame respuestas.
—Fueron varios, estaba caminando hacía aquí cuando de repente sentí que algo golpeo mi cabeza, después de eso sólo recuerdo golpes—. Su mirada no dejo la mía ni por un segundo mientras contaba los hechos, absorbía palabra por palabra—Deja ya esa cara ángel—.
Sus ojos espabilaron cambiando la vista hacía sus manos que ahora estaban entrelazadas.
—Sólo me preocupa que no estés bien para el proyecto—.
Auch.
Mi ánimo era neutro y tome su misma posición.
Después de varias preguntas, unas más profundas que otras, quise terminar el proyecto con una pregunta que consumía mi cerebro.
—Allison—Hice una pausa— ¿Qué hace una chica tan rica cómo tú estudiando en una universidad como la NYU cuando puedes estudiar si quieres hasta en la china?—.
El toque de gracia en mi voz no hizo ningún progreso, de hecho al verla supe que no podía haberla cagado más con ella.
—No es de tu incumbencia—. Sus palabras se sentían tan hostiles que me sorprendió, tal vez tenía razón para ser tan brusca, me estaba metiendo en zona restringida para un simple compañero no deseado de biología.
—Disculpa, no era mi intención—. Dije con toda la sinceridad del mundo.
Me levante todavía adolorido y camine hacía la puerta con toda la intención de irme y no meterme más en asuntos que no me correspondía, pero un agarre por mi buzo hizo que me detuviera.
—No eres tú—. Allison me miraba directo a los ojos, su mirada paso hasta mi boca, y la mía hizo lo mismo hasta la suya.
Me acerque lentamente sin apartar la mirada de sus labios ni ella de los míos, estuvimos tan cerca que nuestras respiraciones se cruzaron.
—Amor—. Dijo el chico moreno agarrando de la cintura a Allison y depositándole un beso.
Y eso que estaba a punto de besarme a mí.
— ¿No me lo vas a presentas?—. Dijo el chico moreno todavía con su mano en la cintura de ella.
—Ryan él es Logan Jones—. Hizo una pausa como si lo que estuviera punto de decir cambiaria todo— Mi novio—. Dijo carraspeado.
—Y pronto tu comprometido amor—. Logan le deposito otro beso, ella se veía tan incomoda a su lado, o tal vez era lo que yo quería creer.
Allison me estaba buscando con la mirada pero yo sólo pude ver un garrón azul que estaba en frente, encima de una mesita de madera.
—Es hora de irme—. La sonrisa que tenía era más falsa que el tinte rojizo del chico.
El cuerpo de Logan era esbelto, su cabello era rojo pero a juzgar por su raíz este era negro por naturaleza y ondulado, su color de ojos eran marrones claros.
—Te acompaño—. Las palabras de Allison eran suplicantes.
Una bola de ira recorrió cada fibra de mi cuerpo ¿Qué le pasaba a esta chica? Mire fijamente el jarrón como si pudiera enviarle cada ola de rabia que recorría mi cuerpo, como si pudiera hacerlo sentir lo que yo sentía, de un momento a otro el jarrón exploto en mil pedazos haciéndonos saltar a los tres por la impresión.
Los dos recorrieron con la mirada el lugar y yo la aparte rápidamente.
—Adiós—. Dije sin más y salí huyendo.
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El último mago
FantasyRyan Brown un chico de nueva york, sencillo, inteligente, y audaz, a simple vista parece un chico ordinario, pero dentro de él se esconde un poder inigualable que podría ponerle fin a una guerra entre magos que se remonta siglos atrás. Los Lafay con...