Vimos entonces a Calamardo, que lloraba cubriéndose la cara, hasta que tras cinco segundos se calló y se quitó las manos del rostro, dejando ver sus ojos inyectados de sangre, que latían cual cerebro en una cabeza abierta durante una operación. Por diez segundos Calamardo estuvo así, con la mirada fija en un sitio que no estaba fuera de él, sino adentro, en el negro mar de sentimientos y pensamientos que le inundaba toda el alma, ahogándola en el mismísimo fondo de la miseria. Transcurridos los diez segundos, Calamardo volvió a llorar pero sin cubrirse los ojos: ahora sus lastimeros lamentos eran fuertes y agudos, y se entremezclaban con terribles alaridos, mientras la sangre y las lágrimas salían torrencialmente, con tanta abundancia que ya parecía una pesadilla. A la par, el sonido del viento, que misteriosamente no se escuchaba, volvió con su suave fuerza inicial, junto a una risa de voz profunda. Después la pantalla se dobló sobre sí misma y apareció el parpadeo causado por el cuadro de vídeo omitido, que esta vez duró algo más pero igual no habría podido verse si no fuese porque el editor puso pausa. Creímos entonces que esta vez la fotografía duraba cinco cuadros, y el editor retrocedió hasta lo que pensaba que era el cuarto cuadro de los cinco que duraba la supuesta fotografía. De nuevo vimos a un niño en ropa interior, aparentemente muerto, de unos seis años de edad aproximadamente. La diferencia estaba en que esta vez se veía a una gran mano humana sujetando las tripas del niñito, como si estuviese sacándolas. El niñito, como las otras dos víctimas, estaba boca arriba en el pavimento, sobre su propia sangre, con el estómago abierto. Mirándonos con los ojos algo humedecidos, el editor avanzó al siguiente cuadro, y se vio lo mismo pero la mano estaba ligeramente más arriba. Al percatarse de aquello, el editor regresó al primer cuadro de los cinco que supuestamente ocupaba la fotografía, y yo me quebré al comprobar que no era una foto sino un pequeño fragmento de vídeo. Fue horrible, no pude evitar vomitar un poco y que se me salieran un par de lágrimas. El pequeño fragmento de vídeo mostraba a la mano levantando lentamente las tripas, con la sangre caliente escurriéndosele entre esos dedos gruesos, toscos y malvados. Pero lo más terrible, lo más abominable no era eso: uno de los ojos (el derecho) del niño estaba junto a su cabeza, fuera de la cuenca y en el pavimento, aún unido a su dueño por un frágil ligamento; el otro, puesto en su lugar, miraba con terror infinito a la mano, moviéndose ligeramente a fin de no perderla de vista, y parpadeando en los dos últimos cuadros (cosa que en principio no notamos)… Nadie dijo nada pero todos estábamos atónitos. El editor nos miró y, en vez de quitar la pausa dijo que debíamos esperar a Stephen Hillenburg, creador de la serie.
Esperamos un par de minutos pero Hillenburg recién apareció quince minutos después, de modo que, aproximadamente a los cinco minutos de haberlo esperado, pedimos al editor que quitara la pausa, que después Hillenburg podría ver todo.
Al retomar el vídeo, vimos de cerca el rostro de Calamardo, mirándonos fijamente por unos tres segundos. Posteriormente la imagen se abrió y observamos a Calamardo a mayor distancia, de tal modo que podía verse que efectivamente seguía allí sufriendo en su habitación, pero ahora tenía una escopeta en la mano derecha…
Lo decisivo vino cuando una voz, que no se sabía de dónde provenía, dijo con tono terminante y autoritario: “Hazlo”. La voz quizá estaba fuera de Calamardo, o quizá representaba a su voz interna, a su propio pensamiento, tal vez a la manera de las voces que escuchan los esquizofrénicos. Sea cual sea el caso, Calamardo alzó la escopeta, abrió la boca, metió el cañón del arma casi hasta su garganta, se quedó así unos tres segundos como si dudase o luchase contra su miedo, y después apretó el gatillo, de modo que la nube de perdigones le reventó la cabeza, haciendo que numerosos trozos de cerebro y hueso salpicasen en la pared de fondo, contra la cual se estrelló al ser empujado por el arma en el momento del disparo
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El Suicidio de Calamardo
Horrorhola amigos esta historia la ley ase mucho tiempo asi que se la cuento a ustedes solo tiene dos capitulos pero que la disfruten