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Blaze amaba el otoño.
Amaba esa estación porque era la transición para llegar al invierno, un cambio lento y prolongado para que el frío y la oscuridad se apoderaran por completo de toda la ciudad. Sin embargo, la guardiana de las esmeraldas sol no consideraba que aquello fuera triste; por el contrario, existían muchas razones para amar esa estación: como el color anaranjado que resaltaba en todos lados, el viento que la incitaba a añorar la libertad y aquellos inesperados días soleados que hacían valorar más la calidez de la primera o el verano.
El otoño olía a leña, hogueras y fuegos artificiales. El otoño era hermoso porque la muerte era un recordatorio constante.
Era muy diferente a su mundo y le gustaba.
Las mesas de picnic en el parque estaban llenas en su mayoría. A Blaze le agradaba cuando era así porque el ritmo de las conversaciones a su alrededor era siempre animado y, además, podía apreciar mejor como eran las personas de esa dimensión.
Se sentó en una mesa alejada del resto y se distrajo viendo a una pareja reír junto a los que parecían ser sus hijos, cuando de repente... una lata de soda de cereza se colocó sobre su mesa.
Ella levantó la mirada y se encontró con los brillantes ojos ámbar de Silver frente a él.
— Hola.— dijo él, sonriendo suavemente— No sabía que estabas por aquí.
— ¡Silver!— exclamó la gata lavanda, sorprendida de verlo otra vez— Yo tampoco sabía que llegaste, llevo aquí desde ayer.
— Vaya, yo llegué esta mañana. Así que aún no me he puesto al corriente con todo lo que pasa por aquí.
— Entiendo, yo tampoco sé muchos detalles.— dijo, mientras se movía en el asiento para dejarle espacio libre a su compañero — Por favor, siéntate conmigo, así podemos conversar mejor.
El erizo plateado asintió, posicionándose a su lado.
— Te traje esto, la compré cuando te reconocí, no quería acercarme con las manos vacías.— expresó el chico, entregándole la lata de soda que había llevado— ¿Es tu favorita, no?
— ¡¿C-cómo lo sabes?!
— Porque siempre la pedías cuando fuimos a Soleanna, ya sabes... la última vez.— respondió, encogiéndose de hombros.
Blaze estaba bastante segura de que nadie había notado su gusto por esa bebida hasta ese momento. Aquello la hizo sentir un poco de confusión, pues nunca esperó que alguno de sus amigos le prestara la suficiente atención como para saber ese tipo de cosas sobre ella.
—Muchas gracias.— dijo Blaze, acercando la bebida hacia ella.
Al mismo tiempo, hizo una nota mental de que también le compraría algo a Silver para recompensar su generosidad.
