Flor de Loto

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Parte 1. Harry Potter.

No pensó solo actuó y aunque el hechizo que jamás había utilizado estaba en la punta de su lengua, no lo dijo. Sabía que debía impedir la maldición, pero al recordar las lágrimas, el dolor reflejado en su iris, solo una idea cruzó por su mente. Debía detenerlo, no lastimarlo... más de lo que ya estaba.


Petrificus Totalus. –Dijo fuerte y claro. Vio al rubio quedar tieso, cayendo como un bulto tenso–. Incarcerous. –Susurró y vio como las sogas mágicas capturaban e inmovilizaban a su oponente.


Ante la atenta y horrorizada mirada de acero, tomó grandes bocanadas de aire buscando tranquilizarse. El recuerdo de las veces que había sido cruciado en el pasado aun le alteraban y lo que menos necesitaba era un ataque de pánico. Se pasó la mano libre por su oscuro cabello y apretó los ojos. Dos bocanadas más de aire y encontró su foco. Logró centrarse. Inhaló profundo una última vez, sostuvo el aire la mayor cantidad de tiempo posible para después dejarlo salir muy lentamente. Su mente se aclaró, su ritmo cardiaco bajo y la lucidez llegó de golpe.

Había atacado a Draco Malfoy, aunque él le había atacado primero, por lo tanto solo se había defendido. Ahora consciente de ese hecho y de que, Myrtle, había salido disparada gritando que había un enfrentamiento estaba seguro que algún profesor llegaría en nada. No quería problemas pero quería respuestas y justo tenía a la persona que se las daría justo enfrente.

Tomó una decisión precipitada, pero sabía que si lo pensaba más tiempo terminaría haciendo una estupidez... mayor. Vio lo ojos grises que jamás habían dejado de verlo y que dejaban ver tanto. Susurró en parsel y la entrada a la cámara de los secretos se abrió una vez más ante él. Notó el asombró y el miedo del rubio pero no le dio importancia, el tiempo se acaba.

Se acercó a su rival apuntando su varita hacia él para de inmediato lanzar un Wingardium leviosa, comenzando a levitar al heredero de los Malfoy y sin pensarlo se lanzó a la oscuridad del túnel, cerrando de inmediato la entrada para que nadie viera la entrada. Una vez llego al piso, decidió que tampoco era bueno que Draco conociera el camino por lo decidió lazar un Desmaius.

Con un rubio inconsciente y levitando a un costado de su cuerpo, se permitió sentirse un poco más tranquilo, aun así, no dudo en su plan y con paso firme llegó a la zona del derrumbe ocasiona por su patético maestro de DCAO de segundo año. Hizo una mueca y dejó al Slytherin en el suelo para poder lanzar un bombarda que despejó la zona. Retomó sus acciones anteriores y en breve llegó a la cámara.

Recuerdos amargos le hicieron dudar de su decisión, agitó su cabeza y se recordó que necesitaba respuestas. Dejó al inmóvil joven en la parte seca y antes de despertarlo tomó la varita del rubio así como un colmillo del basilisco muerto que no se había ni siquiera empezado a descomponerse. «¿Cuánto duraba esa cosa?» Se preguntó pero se dijo a sí mismo que no era el momento para eso.

Regresó al lado de Draco y procedió a despertarlo. Debía usar su cabeza, dejar de lado un poco el impulsó y ser más astuto. Lanzó el hechizo despertaría a su enemigo.


—No he deshecho la petrificación como puedes darte cuenta. –Le informó en cuanto lo vio desesperado por poder moverse–. Tengo preguntas y tú me darás respuestas, Malfoy. Tengo tu varita y un colmillo de basilisco, intenta algo estúpido y créeme que no dudaré en clavártelo. –Endureció la mirada para dejar claras sus intenciones–. Intentaste lanzarme un crucio y eso es algo que no estoy dispuesto a soportar otra vez.


El recuerdo de Voldemort en el cementerio hizo su aparición y frustrado cerró los ojos con fuerza para alejar esas imágenes, no era el momento de para pensar en eso. Era el momento de actuar.

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