Cuando encendí la radio, no pude creer que estaba escuchando esa voz. Esa voz que me susurraba al oído con el rumor del viento. ¿O quizás serían imaginaciones mias?
La voz dulce y suave, que a veces se volvía seductora. Conocía la voz, sí, pero nunca me acuerdo sobre lo que me dice. Es como si me dijera cosas que en su momento entiendo, pero que una vez pasa ese momento se me olvidaría para siempre.
Me gustaría poder atrapar algún momento de esos, para poder atesorarlo conmigo, y poder recordarlo siempre que quiera.
Pero... ¿qué estoy diciendo? Es una voz normal cualquiera, podría simplemente parecerse a la voz que suelo escuchar. Con tanta duda, decidí ir a pasear al parque.
Era un día nublado, y creo que hacía frío. Decían que dentro de poco nevaría. Hacia tiempo que no veía la nieve, solo espero que no caiga una gran nevada como pasó hace años, no quiero acumular más malas experiencias.
Me puse la chaqueta y salí a la calle. Como había pensado, el clima era frío, el viento no paraba de soplar. Comencé a caminar sin rumbo, como estaba de vacaciones decidí ir al pueblo en vez de quedarme en la sonora ciudad en la que trabajaba.
¿Qué estaba diciendo la voz de antes? Si me fijé en la voz, lo normal sería haberme fijado también en lo que decía, pero no recuerdo nada. Algo sobre un coche... da igual, no será nada importante.
Voy a cruzar un paso de cebra, esta vez solo pisaré las líneas blancas. Primera línea, segunda línea...
...
—Míralo por el lado positivo, al menos está viva.
—Pero está en coma y no sabemos cuándo despertará...
—Nuestra hija estará bien, ella es fuerte.
—Eso espero...
"Qué despistada. Ni si quiera advirtiéndole a través de la radio hace caso. Sé que soy guapo y que tengo una hermosa voz, pero no es como para que se ponga solo a oír la voz sin escucharla, ¿o si? No lo sé, al menos me cae bien."
***
—Gracias.
—¿Qué?
—Gracias por salvarme de nuevo. Entonces, la otra vez también fue tu voz, ¿no?
—¿La otra vez?
—Hace años, en una gran nevada, evitaste que me muriera de la avalancha de nieve que casi me cayó encima.
—Supongo...
—¿Podrías hablar más? Me gustaría verificar una cosa.
—¿Y qué quieres que diga?
—¿Me contarías una historia?
—Vale... Había una vez un ángel muy hermoso y muy lindo. Los adultos le adoraban pero los de su edad lo envidiaban. Solo querían hacerle daño, pero el niño tenía una linda voz, y controlaba inconscientemente a los adultos. Un día el niño creció, y los adultos ya no caían en sus hechizos. Los demás empezaron a dañar su imagen. Los superiores adultos decidieron castigarle dejándole a cargo de una persona para toda la eternidad, y se asegurarían que se odiaran mutuamente. La persona a la que me dejaron a cargo era muy torpe, pero siempre era muy tierna y amigable con todos, llegó un momento en el que él quiso ser su amigo, pero siempre recordaba las palabras de los adultos superiores.
