1.-El bar de Gonza

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Paula estaba bastante cansada. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto un concierto con su grupo, el dúo que formaba con Maria. Las Hermanitas de la Calidad era un proyecto que había surgido entre broma y broma con su mejor amiga de la infancia y que, en ningún momento, esas crías de 16 años hubiesen imaginado todo lo que ese plan les traería en un futuro. Habían empezado haciendo conciertos delante de sus familias en el garaje de Maria, el padre de la cual decidió presentar el dúo al certamen del barrio de Benimaclet. Las dos chicas se llevaron el premio que les ofrecía 200€ a cada una y la oportunidad de dar un concierto en el Auditorio de Alboraya. Concierto tras concierto, tras 3 años y siendo unas jóvenes de 19 con las maletas llenas de sueños, cogieron sus pertenencias y se plantaron en Madrid para compartir piso con el hermano de Paula, Gonzalo. Aquél muchacho de 23 por aquel entonces, ya llevaba 5 años viviendo en la gran ciudad y parecía que se había adaptado muy bien ya que tenía su propio bar en Chamberí. Gonzalo, al llegar, les había ofrecido cantar en su bar todos los viernes y ellas aceptaron. Allí tuvieron la suerte de conocer a su actual representante Lucía que, sin duda, les había llevado hasta el estrellato. Lucía congenió rápidamente con el dúo, especialmente con Paula, con la que desarrolló una gran relación de amistad.
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Las Hermanitas de la Calidad acababan de dar un concierto en la ciudad que las había acogido cuando eran unas crías y por ello habían decidido hacer una pequeña celebración en el bar de Gonzalo en honor a sus inicios. Las chicas, junto a Lucía y demás personal técnico, se sentaron en la misma mesa de siempre.

- ¿Anda, a quién tenemos aquí?- dijo Gonzalo.

- Cállate y trae una caña para cadauno- le ordenó la hermana.

- Madremía que humitos trae la niña,- dijo el mayor
    -¿que tal el conci?.

- Muy muy bien Gonza, una maravilla tocar aquí, ya sabes- intervino la otra mitad del dúo.

- Claro mujer, la oportunidad que os dio esta ciudad trayéndoos a esta preciosa mujer a mi bar fue enorme- respondió Gonzalo a Maria.

- A ver a ver Gonzalito, que ya te he dicho mil veces que no me tires piropos, que no vas a conseguir llevarme a tu cama, que eres gay!- espetó Maria provocando la risa de todo el grupo.

- Bueno basta ya. Tu!- la rubia señaló a su hermano
  -sírvenos que estoy cansada y en cuanto me beba la caña me voy.

- Además de mandona, aguafiestas- susurró Gonzalo.

El postconcierto en el bar fluía muy bien, todes hablaban animadamente, algunes ya un poco afectades por esos botellines. Paula, con la vejiga llena se levantó para ir al baño, con intención de irse a casa al salir.

La rubia abrió la puerta del baño y se encontró con una chica de pelo oscuro y rizado sentada en el váter llorando.

- Ay, eh perdón, si, disculpa, no sabía que estaba ocupado, es que creo que pues que no has puesto el pestillo- la rubia cerró la puerta de golpe nerviosa y avergonzada.

- Joder es que nada me sale bien!- chilló esa misteriosa chica apoyando sus codos en las rodillas y su frente en sus manos mientras seguía llorando.

- Oye perdona que me meta emm estás bien?- le preguntó Paula.

- No se, sí, gracias, la otra puerta es otro váter, ve allí.- le respondió la chica con voz llorosa.

- Ah no no mujer, no estás bien. Me dejas pasar y hablamos?
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Lo que menos quería Carol en ese momento era hablar, pero soltar todos sus problemas a una desconocida que no volvería a ver nunca más podría serle de gran ayuda. Le podría sar algún consejo de manera objetiva. Ante la propuesta de la mujer de detrás de la puerta, ella cedió. La chica abrió la puerta lentamente con cara de preocupación. Al instante, Carol pensó -que cara más pura que tiene y que transparente parece- y sin querer abrió los ojos como platos como pidiendo un abrazo de parte de la chica rubia.

La caja de Pandora ☾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora