He wants love.

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En algún lugar del mundo, un niño había dado el primer respiro de su vida, llenaría sus pulmones de aire y su cuerpo absorbería un don que alguna deidad había mandado para él

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En algún lugar del mundo, un niño había dado el primer respiro de su vida, llenaría sus pulmones de aire y su cuerpo absorbería un don que alguna deidad había mandado para él.

La mujer que sostenía al bebé en sus brazos supo que su hijo tendría una vida excepcional, pues el brillo que vió en esas pequeñas pupilas era tan especial que podría enamorar a alguien.

YoonGi creció rodeado de amor, la mayor expresión de este sentimiento que alguien jamás podría imaginar. Había algo en él que hacía que tan solo con una mirada o un simple gesto, el sentimiento se hiciera presente en el contrario, como una flor en un jardín lleno de hierba, sus raíces se extendían por todo el cuerpo para que el sentimiento no fuese arrancado con facilidad y florecía hasta llenar el cuerpo de frutos dulces y maduros.

Así era el amor que YoonGi sembraba en el cuerpo de las personas para que lo amarán y velarán por su bienestar, todos eran vulnerables a YoonGi, nadie podía escaparse de él a excepción de sus padres, que hacían hasta lo imposible para que su amado hijo pudiera entender el don que poseía e hiciera uso responsable de este.

YoonGi comprendió después de experimentar durante varios años que si alguna persona, ya fuese hombre o mujer, lo miraba, lo tocaba, olía su aroma natural o estaba cerca de él en un radio de hasta un metro, se convertía en una víctima potencial, de inmediato, aquella persona sentía un mareo, un destello caía en su cuerpo y la vista se le nublaba.

Todo en lo que comenzaban a pensar era en la piel pálida del chico que parecía brillar a la luz del sol, las dulces mejillas gorditas que se mantenían sonrojadas al espectador, esos pequeños labios brillosos y un par de ojos con pestañas largas. Mirarlo era toda una maravilla, ¿Quién podría resistirse a ello?.
Nadie y YoonGi lo sabía, veía con claridad cuando alguien ya estaba bajo los efectos de su amor.

Era tan complejo el manejo y entendimiento del don que todo llegó al punto en el que la mayoría de las personas de la ciudad ya le amaban y se lo demostraban todos los días, por qué el amor sin ninguna demostración solo se quedaba en un sentimiento vacío y eso no era lo que YoonGi necesitaba.

Todo empezaba desde el despertar, habían personas que iban a su casa desde temprano para ofrecerse a prepararle el desayuno al chico, alguien más preparaba su uniforme para la escuela y otro procuraba que el baño que se daba antes de bajar al comedor fuese el más relajante. Las personas le ayudaban a cruzar la calle cuando el decidía que ya era suficiente de ir en autos diferentes todos los días, cortaban flores en el camino y las colocaban en el cabello, formando con ellas una exquisita corona que adornaba el sedosidad del castaño. Al llegar a la escuela, dejaban varios besos en su rostro y un apretado abrazo deseándole buena suerte.

Y si pensaban que todo había acabado ahí, estaban equivocados, cuándo sus compañeros de clase llegaban, alguien cargaba su mochila con sus pertenencias mientras que otra persona tomaba su mano para llevarlo hasta el aula, dónde su lugar le esperaba adornado con las mejores flores de la ciudad y un regalo envuelto en papel brillante le daba la bienvenida. Todo para YoonGi era un absoluto cuento de hadas, que se había encargado hacer realidad para el mismo, sin embargo, se dió cuenta que el amor que hacía que floreciera en las personas tenía un límite.

Everybody loves YoonGi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora