CAPITULO I

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—Estas segura de hacer esto, todos sabrán el secreto que por tantos años has ocultado—su tono era de total preocupación hacia mi por eso la consideraba como a una hermana.

—No puedo seguir ocultando por más tiempo todo, Alissa, ya no—. Me encontraba al borde del llanto, sentía como mis ojos se cristalizaban. —La muerte de mi madre fue el detonante y lo sabes, ella murió a manos de ese animal solo por no querer dejarl...—.

—Yo lo se Amia, pero siento que el mundo no está preparado, la prensa te comerá viva —de nuevo ese tono tan de hermana mayor, aún recuerdo como fue la primera vez que nos conocimos.

París 4 años antes.

—Amia estuviste increíble, bueno aunque no hace falta que te lo diga tu ya lo sabes—lo dijo con una gran sonrisa en el rostro, claro debía hacerlo era mi representante.

—Vincent muchas gracias sabes que siempre agradezco todo lo que me dices—. Mi alegría no cabía en mi pecho. Saber que a todos les había encantado me hacía feliz a mí, porque si ellos lo eran yo lo seria aún más.

Una tercera voz se sumó a la felicitación, aunque no con esa intención. —Pues yo siento que te falto un poco más de movimiento, en ocasiones parecías tiesa tú me entiendes—. Su forma de decirlo fue mordaz y tenia esa arrogante sonrisita en los labios. —Pero no te preocupes yo se que puedes mejorar y talvez algún día seas tan buena como yo.

Antes de siquiera poder responder, ella ya se encontraba alejándose contoneando esas caderas que decía, volvían a tantos hombres locos y no la culpaba, a sus 37 años Krishna Monter seguía teniendo un gran cuerpo, curvilíneo con un cabello rubio y largo, unos ojos azul claro, piel blanca y tersa y unos labios carnosos que yo personalmente dudaba que fueran reales, rasgos tan obvios de una norteamericana, pero lo más importante era su nombre. Una de las mejores modelos que la anterior generación de la agencia había tenido.

—Si te entiendo a mí también me cae mal, es una engreída de lo peor, pero hasta cierto punto la comprendo, su carrera como modelo está a punto de acabar y por mas contactos que tenga no durara más—.

Me gire hacia la mujer de cabello negro, piel bronceada, labios finos y ojos color miel, era la que me estaba hablando, parecía de mi edad—. Perdón es una mala costumbre la que tengo—su cara era de confusión mostrando que no sabia a que me refería. —El analizar demasiado, es un pésimo habito. 

—No te preocupes todos tenemos algunos que no son los mejores, pero son nuestros y eso nos hace únicos, por cierto, soy Alissa—. Me lo dijo a la vez que extendía su mano y me la ofrecía como saludo el cual no dude en aceptar.

—Soy Amia mucho gusto, tu para que agencia est...—, me interrumpió abruptamente y me hizo voltear a mi derecha solo para encontrarme a Él.

—Ya viste quien es, espero que sí, aunque sabes por más guapo que este no intentaría nada con ese tipo, algunas de sus exnovias lo han demandado por maltrato físico per...—.

—He mujer, otra vez recordando esos pésimos momentos, quedamos en que ya no lo harías más, ¿recuerdas? —.

Que si recordaba, ojalá no pudiera hacerlo, lo único rescatable es que conocí a mi gran amiga, pero Él no era un bonito recuerdo en mi vida.

Ni siquiera me había dado cuenta de que tenía los puños apretados del coraje y terror que me causaba. —Sabes que no puedo evitarlo, ¿aún no saben nada de el?—.

—La última vez que se le vio fue en Marruecos sabes que tiene muchos amigos que están dispuestos a ayudarle—. Ahí estaba una vez más ese tono comprensivo que tanto me reconfortaba. —Por eso te lo vuelvo a preguntar Amia, ¿estás segura de lo que harás? —, en esta ocasión su voz salió firme y segura.

Los fantasmas de AmiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora