CAPÍTULO 7: Carmesí

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-¿Quedó todo claro?- preguntó K, mirando al grupo de militares equipados para la operación de aquel día-. Liberad a los cautivos y acabad con esos dos indeseables antes de que sea demasiado tarde. Tienen los medios necesarios para hacerlo. ¡Así que no defraudéis a los del asentamiento!

Los militares dieron un grito de guerra, que resonó por todo el cuartel. El lugar era lo suficientemente grande para que se pudiesen entrenar a los soldados y planificar operaciones tales como la obtención de recursos para el asentamiento o de materiales de investigación de las zonas del laboratorio con látex y cristales. Pese a que el grupo de la operación era de apenas cuatro hombres soldados y una capitana, era justo lo que necesitaban: un grupo pequeño que no llamará la atención y que fuera lo suficientemente manejable como para andar en el bosque y abatir a un único blanco. El batallón se despidió y puso rumbo al bosque. Mientras tanto, K regresó a una zona trasera del cuartel, en el exterior. Allí le esperaba Puro y el resto de sus amigos, incluyendo Melody y Sirius.

-Estoy listo- dijo K, mirando a Puro.

-De acuerdo- dijo Puro, mirando de vuelta a K.

-¿Estáis seguros de esto?- preguntó Mina, preocupada.

-Nunca hemos estado más seguros en lo que llevamos de vida- dijo K, con confianza-. Además, ya habíamos acordado con Sirius esto como parte del plan.

-Aquí está los que necesitáis- dijo Melody, entregando a ambos una mochila, junto a unas hachas y unas pistolas en sus fundas-. Las hachas ya están cubiertas del compuesto, al igual que las balas. 

-Gracias, Melody- agradeció Puro, tomando las cosas y colocándoselas.

-C-Como no volváiss...- empezó a decir Huan Li, con lágrimas en sus ojos-. ¡No os lo perdonaré!

-¡Eso, más os vale volver!- exclamó Mark, sonriendo.

Puro y K sonrieron a sus amigos y asintieron, para después despedirse de elllos y empezar su camino hacia el bosque.

...

El comando continuó caminando por el bosque, con sus rifles en mano y preparados para entrar en combate en cualquier momento. La tensión podría cortarse con un cuchillo, pues no sabían que podrían esperarse dentro de la espesura. La capitana era la que lideraba el grupo, y se notaba que ella tenía experiencia, pues mantenía la calma y tenía sus sentidos atentos y despiertos. Continuaron caminando por el bosque sin que hubiera incidentes por al menos diez minutos y, como les dijeron, se detuvieron en el lugar. La capitana miró a cada uno de sus soldados y todos asintieron, indicando que estaban preparados.

-¡Helio, Lexios, salid de vuesto escondite!- exclamó en alto la capitana-. No tenéis donde huir.

Durante unos segundos, nadie respondió y el bosque permaneció en silencio. Pasado un minuto, la capitana decidió gritar nuevamente, pero ni siquiera hizo falta hacerlo. De las copas de los árboles, bajó el dragón  de un salto, mirando amenazante y divertido a los cinco militares.

-Otros cinco como Puro, por lo que veo- dijo el dragón, riendo-. Parece que los humanos no destacan por su inteligencia. O al menos, no todos.

-¡Fuego!

Los cinco militares no tardaron en abrir fuego contra el dragón, quien quedó sorprendido pero reaccionó rápido, creando un muro de cristal con su látex. Sin embargo, pareció sorprenderse cuando las balas empezaron a atravesar la pared. No todas eran las que lo conseguían, pero si algunas. Lexios saltó y deshizo la barrera de cristal, sonriendo con malicia a los soldados. Tenía la impresión de que ese combate iba a ser muy entretenido. Con un movimiento de su brazo, lanzó látex a los humanos que se convirtieron en cristales en el aire. Por suerte, los soldados pudieron esquivarlos y ponerse en las pocas coberturas que había, que eran los árboles. Desde ahí, trataron de flanquear al dragón, quien no dejó que se movieran demasiado de coberturas. Los soldados estaban atrapados allí, a merced de los cristales del dragón, sin poder acercarse a su espalda con las pequeñas hachas de combate para cortar sus cristales. Había veces que uno de los soldados salía de su cobertura para tratar de acercarse, disparando al dragón para distraerse. Sin embargo, el dragón saltaba a bastante altura y lanzaba una lluvia de cristales como contraataque, que obligaba al soldado a volver rápidamente a una cobertura.

-¡Maldita sea, no avanzamos!- exclamó uno de los soldados.

-¿Qué hacemos, capitana?- preguntó uno de los soldados, disparando una ráfaga de disparos que el dragón bloqueó con cristales.

La capitana recapacitó por unos segundos, para después mirar a sus soldados y hacerles señas. Ellos comprendieron el plan de su capitana y se dispusieron a ejecutarlo. Tres de los soldados empezaron a disparar ráfagas, más a menudo de lo que hacían antes, obligando al dragón a defenderse y esquivar más a menudo. Parecía tener efecto, pues al dragón le costaba mantener el ritmo. Incluso una de las balas impactó en el brazo derecho de Lexios, derritiendo el látex y atravesando el brazo humano de Helio. Pese a que era doloroso para ambos, se mantuvieron en pie y siguieron luchando. Sin embargo, no se dieron cuenta de que otro soldado y la capitana habían flanqueado su posición. La capitana miró al soldado y inició una cuenta atrás con sus dedos, que cuando llegó a cero fue el momento en el que ambos salieron de su sitio. La espalda del dragón estaba al descubierto y podían cortar la base perfectamente desde ahí. Sin embargo, Lexios se dio cuenta de que faltaban dos personas, pues con la lluvia de balas que estaba recibiendo no se había percatado de que habían desaparecido. Para desgracia de ambos, el dragón expulsó látex a su alrededor, a tal fuerza que los proyectiles habían derribado a la capitana y al soldado. Lexios suspiró y empezó a reír.

-¡Sí, este es un combate digno!- exclamó el dragón, riendo como si de un psicópata se tratase.

Los otros tres soldados avanzaron hacia el dragón empuñando ellos sus hachas. Sin embargo, el dragón se percató de ello y saltó, acabando detrás de los tres soldados y empujando al trío con su látex. Los tres cayeron encima del otro soldado y la capitana, mientras el dragón reía nuevamente por la situación.

-En fin, fue un placer haber luchado con vosotros- dijo el dragón, sonriendo cual maniaco-. Espero que os gusten los cristales, porque vais a ser...

Sin embargo, al dragón no le dio tiempo a terminar su frase, pues una sombra blanca y negra se habían acercado por su espalda y le habían dado un tajo, fracturando los cristales de su espalda desde la misma base. Esas sombras eran K y Puro, quienes empuñaban sus hachas aún tras haber cortado los cristales. De los cristales salieron unas luces rojas que rápidamente tomaron forma y acabaron siendo los látex que había capturado Lexios.

-¡¡M-Malditos!!

El dragón estaba a punto de atacar a ambos, sin esperarse que debajo de sus ropas escondían ambos unas pistolas. Los dos dispararon al dragón varias veces, y en cada una de ellas el dragón de látex y el humano retrocedieron un poco. El compuesto destruye-látex que llevaban las balas y las hachas habían hecho su efecto. Cuando Puro y K terminaron de vaciar sus cargadores de veinte balas, el dragón y el humano estaban aún de pie, temblando. La mitad de la cara del dragón se había derretido y, junto a ella, se mostraba el humano. Tanto Lexios como Helio tenían un rostro de terror. Con las pocas fuerzas que les quedaban, miraron sus manos y sus cuerpos destrozados.

-¿Per...dimos...?

Eso fue lo último que dijeron antes de caer en el suelo. El látex rojo se estaba mezclando con el rojo de la sangre, formando un tono carmesí que teñía el suelo y el césped de dicho color. Puro y K se acercaron a Lin y Joseph respectivamente, mirándolos fijamente a los ojos con una sonrisa y lágrimas brotando de sus propios ojos. Lin y Joseph les abrazaron, y estos correspondieron con emoción. Por fin, la amenaza había sido eliminada.

Changed: Color carmesí (Furry/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora