Todo había acabado. El cuerpo de Voldermort yacía inerte a los pies su mejor amigo y sintió el peso de 7 años de latente angustia desvanecerse poco a poco. Sin embargo no podía sentir ese sosiego y alegría después de la victoria. Habían perdido demasiado en el camino. Compañeros, profesores. Amigos. Merlín bendito, hasta sus propios padres. No bastando con eso, también aquella resolución que trajo consigo los meses de desolada convivencia, le hizo entender que había perdido todavía más. Lo había perdido todo en realidad, para siempre.
Sintió la mano de Ron entrelazarse con la suya, y tuvo esa sensación angustiante de quien esta a punto de precipitarse al vacío. Su otro amigo también había perdido tanto y aunque todo era muy reciente, el entendimiento de lo ocurrido en la Cámara de los Secretos vino a ella como un balde de agua fría. Él no merecía eso. Debía recibir más que sólo los despojos de un corazón que estaba roto desde hace mucho tiempo, aunque ella no lo hubiese sabido en ese momento.
Soltó delicadamente su agarre y giró en su dirección. Mirándose a los ojos por unos instantes, todo quedó dicho. Y pese al dolor en las profundas pozas azules de Ron Weasley, supo que era lo mejor para ambos. Sus almas estaban lejos de cualquier intento de unión y debían enfocarse en sanar.
Alejando su mirada del pelirrojo, volvió a observar a Harry, quien rodeado por un tumulto de compañeros de batalla, sellaba tímidamente sus labios –y su futuro- con los de Ginny. Observando ese intercambio amoroso, Hermione palideció abruptamente. No podía dejar de mirarlos, desprovista de toda emoción. Separándose de su amada, Harry giró hacia sus dos mejores amigos, y sonríó. Hermione no pudo más que repetir el gesto hacia él de forma mecánica, brindándole la seguridad de que todo estaría bien, aún cuando por primera vez en su vida, le estuviera mintiendo descaradamente.
-No hagas ninguna tontería, por favor Mione.- soltó de repente Ron.
-No se de que hablas.
-Lo sabes, Hermione. Puedo ser un imbécil la mayoría del tiempo, pero tu rostro dice más de lo que pretende ocultar.
Sin más opción que ceder, suspiró. -Te prometo que todo estará bien- fue lo único que pudo decirle con su rostro ya anegado en lágrimas, segundos antes de lanzarse a sus brazos en un abrazo apretado y romper en llanto.
Oculta bajo el torso de Ron, Hermione Granger juró que serían las últimas lágrimas que se permitiría gastar. Se negaba a seguir sufriendo de esa manera. La alteraba y la ponía en una posición de pasiva sumisión que no era propio de ella. La inutilizaba y este mundo la necesitaba entera para recoger sus pedazos y resurgir. Esta maldita guerra había terminado, pero aún quedaba mucho por hacer. Enterraría a sus muertos y les rendiría honor día a día, luchando por una sociedad justa, desprovista de sesgo, humanitaria. Ella, la sangre sucia, sentaría las bases de los cambios más profundos dentro la sociedad mágica británica. Sería un trabajo titánico, lo sabía, pero se había preparado para ello. Había llegado el momento y si quería lograr su objetivo, debía alejarse de Harry Potter para siempre. Su mejor amigo merecía la paz y la oportunidad de vivir de verdad, y aunque lamentaba no poder acompañarlo en este camino, sabía a ciencia cierta que era lo mejor que podía hacer. Quedarse a su lado, seguir siendo su fiel amiga sería su perdición...
Porque sí. Al fin lo había comprendido, pero demasiado tarde.
Estaba absoluta e irremediablemente enamorada de Harry Potter, y el ni siquiera lo sabía.
La decisión había sido tomada.
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Irremediable
RomanceHermione toma una decisión radical deja más heridas de las que pretendía sanar. Un encuentro inesperado, años más tarde, lo removerá todo. Esta pequeña historia pretendía ser parte del reto de San Valentín del grupo HARMONY de Facebook, pero por tem...