1. Voluntario.

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El laboratorio de Tony se encontraba usualmente silencioso, mientras el genio millonario analizaba con suma concentración la pantalla holográfica frente a él, moviendo sus ágiles dedos cada tanto sobre los números y estadísticas en dicha pantalla.

—Tony... —Aquella voz suave pronunciando su nombre le hizo despegar los ojos de su tarea por un par de segundos — ¿Cuánto más tendré que tener esto puesto? Es fastidioso. —Se quejó el supersoldado, moviendo la cabeza ligeramente y haciendo que el casco de metal sobre ella se balanceara un poco, los cables de los múltiples electrodos conectados en su pecho desnudo hicieron un ruido sordo debido al movimiento.

—¿Tienes algo más importante que hacer? —preguntó, revisando en su celular el mensaje que le acababa de llegar. 

—No es eso, solo que...

—¡Maldición! —exclamó, interrumpiendo a Steve, aunque, realmente no le estaba prestando atención —. Clint dice que todavía tardará un par de horas en llegar, voy a necesitar a alguien más... —dijo, pasando una mano por su castaño cabello alborotado.

Tony estaba tan sumido en sus propios pensamientos y cavilaciones, que pasó por alto los ya visibles síntomas que empezaban a apoderarse del cuerpo del rubio; mejillas sonrojadas, manos sudorosas y un ligero aumento en su temperatura corporal. Steve estaba seguro de que cualquier Alfa habría podido detectar su aroma y el alboroto hormonal debido a su celo, pero, siendo Tony un beta, no se sorprendió de que él no notara las feromonas que desprendía en el aire.

Suspiró sintiéndose algo agotado, y calculó qué aún le quedaba algo de tiempo antes de perder el control sobre su cuerpo por completo. Iba a decirle a Tony que necesitaba volver a su habitación para tomar un supresor, pero antes de que siquiera pueda abrir la boca, un halo de luz naranja iluminó todo el lugar, tomando forma de un portal circular del que se desprendían chispas rojizas; y un instante después, la figura del Dr. Strange se materializó frente a ellos.

—¿Interrumpo algo? —preguntó, y el portal tras él desapareció.

Tony se tomó un momento para atar cabos en su cabeza, y no tardó mucho para llegar a la conclusión de que el hechicero le sería útil.

—¡Es perfecto! —exclamó, levantando los brazos en un gesto exagerado de alegría —. Que buen momento escogiste para aparecer.

—¿De qué hablas? Si he venido aquí, es porque tus conocimientos me son requeridos para...

—Sí, sí, como sea. Yo te ayudaré, si tu me ayudas primero. —propuso, con una de las tantas sonrisas pícaras que le caracterizaba.

Stephen frunció el ceño confundido, y fue entonces cuando se percató del peculiar aroma que había en todo el lugar, era una mezcla agridulce entre pasas de ciruela y frambuesa, aún muy débil para que cualquier otro lo haya notado; agudizó más su olfato y siguió el tenue rastro de aroma, hasta que su mirada se topó con un par de ojos azules que lo veían con curiosidad.

—Capitán Rogers... —Fue un susurro apenas, una confirmación inconsciente de lo que acababa de descubrir. Era cierto que aquel aroma dulzón no se le hacía del todo nuevo, estaba seguro de haberlo sentido en sus anteriores visitas a la Torre, atribuyendolo a algún Omega del equipo y sin darle mucha importancia. Él jamás se hubiese imaginado que le pertenecía al Capitán América, siempre dio por hecho que era Alfa, o en todo caso, Beta; por lo que no pudo evitar que el asombro cubriera su expresión.

El recién descubierto Omega se sintió desconcertado e incómodo por la repentina atención que recibía, y percibiendo la debilidad creciente en su cuerpo, decidió cortar el contacto visual y fingir que observaba las pantallas de Tony. 

—¿Hola? Tierra a Stephen. —La voz impaciente de Tony lo volvió a la realidad.

—Te ayudaré. —afirmó el hechicero, sin rastro de vacilación en su voz. 

—Ni siquiera te dije de qué se trata.

—Lo que sea, no importa.

—Oook, ¿de verdad eres tú? Es extraño que de repente te muestres tan cooperativo, sin ofender.

—Deja de parlotear y dime lo que tengo que hacer.

Tony entornó los ojos, mirándolo con desconfianza, pero a la vez muy curioso por su repentino cambio de actitud; y siendo poseedor del cerebro más ágil del mundo, no tardó en encontrar la conexión entre las manos inquietas de Steve y la mirada profunda que Strange le dedicaba. 

Sonrió emocionado, tal vez el nuevo proyecto en el que estaba trabajando al final sí serviría de algo. 

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"Deseo" | MagicShieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora