URIEL
El sol se había filtrado toda la tarde a través de la ventanilla del autobús y aquí dentro el calor era cada vez más insoportable. Ese día hacía un calor vivificante que indicaba el comienzo del verano.
Los rayos del sol jugaban sobre mi rostro, calentándome las mejillas.
Pequeñas gotas de sudor salpicaban mi frente, capturando unos cuantos mechones de pelo contra mi piel.
Los primeros acordes de una canción surgieron de la radio. Reconocí al instante que se trataba de I Want To Break Free de Queen.
Una de mis bandas de rock favorita.
La voz de Freddie invadió el interior del vehículo.
El conductor repiqueteaba con sus dedos al volante al ritmo de la música.
Desvié la vista hacia mi hermana, y de reojo, analicé su rostro, en silencio. No hizo ningún gesto. Admiró el exterior, concentrada.
Estaba más callada de lo habitual. Apenas había hablado dos palabras en todo el viaje y eso era muy raro en ella.
Cayetana era una niña alegre, risueña y demasiado habladora. No podía estar callada más de cinco minutos. Era la primera vez que estaba tanto tiempo sin hablar.
Le acaricié la mejilla y clavó sus ojos claros en mí.
—¿Crees qué encajaremos? —preguntó entonces.
—Seguro que sí, canija —afirmé, aunque mi voz no sonó con firmeza. Y para quitarle hierro al asunto, solté medio serio y medio en broma.— Y si alguien se mete con mi princesita, tendré que sacar la espada y cortarles la cabecita.
Me ofreció una sonrisa, enseñando los dientes.
—¿Serías algo así como mi caballero de brillante armadura?
Aparté un mechón de cabello de su cara y se lo coloqué detrás de la oreja.
—Algo así —asentí.
De nuevo, el silencio se instaló entre nosotros.
Conocía a Cayetana como la palma de mi mano, y sabía que la causa de su inquietud se debía al cambio drástico que estábamos viviendo. El trasladarnos a otro orfanato la ponía nerviosa, y aunque yo le hiciese ver que estaba tranquilo, estaba igual de nervioso que ella, pero no quería que Cayetana se preocupase.
Ella necesitaba seguridad y estabilidad emocional. Tenía que ser fuerte. Debía ser fuerte. Por ella. Por mí. Por los dos.
Solo tenía que esperar hasta cumplir la mayoría de edad y acabaría esta mierda.
«Esto solo durará un año más. Un año más, y por fin seremos libres».
Libres... Saboreé esa palabra.
Qué bien sonaba...
Se acabaría el estar de orfanato en orfanato, de llevar los horrorosos uniformes, de la maldita disciplina y de los maltratos de las monjas.
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Tú, Yo y Nosotros
Mystery / ThrillerUn joven huérfano junto con su hermana pequeña, por circunstancias de la vida, se trasladan a un nuevo orfanato. Todo parece ir bien, hasta que él y sus cinco nuevos amigos descubren que el orfanato esconde un oscuro pasado. En una trepidante inve...