DIME SI ME QUIERES

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Emma y killian continuaban en Grany's. Había sido un día de muchas emociones y despedidas. Y en la parte trasera de la vieja cafetería habían encontrado un lugar tranquilo para poder estar juntos y solos, algo difícil en Storybrook.

Después de que Emma le devolviese el corazón a Hook, ambos amantes se fundieron en un apasionado beso. El cuerpo de él aprisionó el de Emma contra la pared, pero no con brusquedad si no con mucha pasión y suavidad. No había ni un centímetro de su piel que no desease acariciar, sus respiraciones estaban agitadas y se entrecortaban con cada beso.

Emma deslizaba suavemente sus dedos entre los oscuros cabellos de Killian y él con su brazo rodeaba la cintura de ella, acercándola a su cuerpo. Sus labios se separaron y abrieron los ojos, permaneciendo unos segundos inmóviles, sin decir nada, solamente contemplándose uno al otro. Pero Emma comenzó a hablar, rompiendo el silencio.

Él la escuchaba, sonriendo, sin poder dejar de mirarla, envuelto en la dulce melodía de su voz y recordando el sabor de esos labios, abrasadores como el fuego cuando rozaban su piel.

—Me estás escuchando Killian? —preguntó ella al notarlo distraído.

— Lo siento, amor —respondió él, bajando paulatinamente el sonido de su voz y la sonrisa se desvaneció de su cara.

—¿Estás bien? —Emma estaba confundida, debía estar feliz, todo había acabado.

Emma no recibió ninguna respuesta de Killian, de esos labios que apenas hace unos minutos devoraban su boca con deseo.

El silencio se había adueñado del escaso espacio que había entre ellos, sus cuerpos continuaban pegados, en sus pieles aún estaban grabadas las huellas de los ardientes besos, pero algo había cambiado entre ellos. Sobre todo en Killian.

Emma con su mano izquierda continuó acariciando el pelo de él, mientras que con su otra mano tocó dulcemente la mejilla de Killian y sus dedos descendieron por su rostro hasta rozar la comisura de sus labios. Se acercó más a él, con la intención de besarle, pero cuando su boca estaba a menos de un centímetro de los labios del pirata, él aparto su cara.

— ¿Qué pasa Killian? ¿No quieres que te bese? —reguntó ella, mirándole fijamente a los ojos.

— No es eso Swan, claro que quiero que me beses. Tus besos fueron mi única esperanza durante estos días en los que la muerte era mi inminente destino —contestó apartando la mirada de los verdes ojos de Emma.

— ¿Entonces, qué es lo que ocurre? ¿Sucede algo más? — Sujetó fuertemente la cara de Killian con su mano y lo obligó a mirarla a los ojos —.Puedes contarme lo que quieras, confía en mí —Esas últimas palabras casi fueron un susurro.

— No, no pasa nada más, solo que necesito hablar contigo. Durante el tiempo que he estado bajo el dominio de Gold he tenido mucho miedo, Emma.

— Eso es normal Killian, creías que ibas a morir — Su mano izquierda seguía enredándose entre los mechones de su oscura cabellera y rozando su cuello —pero no debes preocuparte más, Gold ya no está en Storybrook, no volverá a hacerte daño.

— Emma, no tenía miedo a morir, si no a no volver a verte — Acarició su rostro y suavemente aparto un rubio mechón de su cara, colocándolo detrás de la oreja. Recorrió con su mano todo su cabello hasta llegar a su cintura —.He estado muchas veces al borde de la muerte y no me importaba morir porque no tenía nada ni a nadie que perder, pero ahora no te quiero perderte a ti, no podría soportarlo —dijo Killian.

Emma tampoco quería perderlo a él, no tendría la fuerza necesaria para perder a nadie más. Y menos a Killian, que aunque le costase aceptarlo se había convertido en una persona muy importante en su vida.

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