Liudmila Aegypti

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El estruendo ocasiona que mis alas avancen más rápido, sin embargo, dudo que pueda aguantar este ritmo durante mucho tiempo. Quiero gritarles que paren, pero ellos están lejos de entender. No razonarán conmigo, no quieren saber de mí. Doblo una esquina solo para encontrarme con más humo, y me doy cuenta de que mis intentos de mantenerme con vida son más estúpidos de lo que pensaba. Ellos están aquí para matarme.

Nunca quise dañarlos. Quiero que entiendan que no es mi culpa haber nacido así. Ya me lo decía mi madre: Liudmila, poco importa lo que quieras. Para sobrevivir tienes que beber sangre. Tú mantienes la vida, pero ellos enferman, y dado que eres su conector, te culparán, y hay muy poco que puedas hacer entonces. Siempre estaremos huyendo. Así es la vida de un mosquito.

Yo huyo y huyo y vuelo, e intento despistarlos. Soy pequeña, vagamente visible, y su humo me debilita.
Todo es gris ahora. No tengo a dónde ir ni dónde esconderme. Nadie me puede ayudar. Estoy sola. Siento que poco a poco pierdo altura. Caigo. Y justo ahora me pregunto: Madre, ¿qué significa ser una princesa en momentos como estos? ¿De qué me sirven mis patas rayadas si no me puedo salvar? ¿Cuándo llegará el momento en que me sienta superior...?

Mientras mis ojos se cierran doy una última mirada al cruel mundo del que intenté ser parte, pero que nunca me aceptó. Ya veo, los que absorben la vida están destinados a adorar y aferrarse a la muerte.

"Adiós," digo. Me siento calmada y, por primera vez tengo la sensación de que no le estoy quitando nada a nadie, y que únicamente estoy aquí porque es el lugar correcto para estar, y porque el destino mismo así lo ha querido.
Entonces todo se vuelve negro.

...
¿

Por qué me siento tan cómoda? ¿Es este el paraíso de los mosquitos? ¿Fui una buena Aedes?

"Ya despertaste, princesa. Vaya, eso fue rápido."

Miro de donde proviene esa voz.

"¿Dónde estoy?"

"Estás en El Agujero."

"¿El Agujero...?"

"¿No lo conoces? Bueno, El Agujero es el lugar que recoge a criaturas como nosotros."

"¿Nosotros?"

"Por supuesto..." después de un segundo se da cuenta de algo. "No sabes qué soy yo, ¿verdad?"

Yo niego con la cabeza.

"Pues bien, soy un Sarcophagidae, una mosca de la carne. Tú eres una Aedes. Estoy muy feliz de por fin haber podido conocer a una. Quiero que sepas que no fue solamente nuestro respeto a ti y a tu familia lo que nos hizo salvarte. Hay algo más."

"Dime, estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal de agradecerles."

"Aprecias bastante tu vida, ¿no es cierto?"

Pienso en todos los sentimientos y emociones que llegaron a mí en esos últimos instantes en los que pensé que mi existencia se escurría lejos. Pienso en cuánto lamenté no tener ninguna otra oportunidad.

"Yo... yo nunca me había sentido tan viva."

"Bien. Ven, la jefa quiere hablar contigo."

...

El nombre del Sarcophagidae es Rodolfo. Me sorprendió verlo la primera vez porque es mucho más grande que yo. Y además es feo.

Liudmila AegyptiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora