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Capítulo 4: Hueso, Carne y Sangre.

Ya habían pasado bastantes minutos desde que los participantes entraron al laberinto.

De repente Katherine se empezó a sentir mal, como si se le hubiera bajado la presión, y se tuvo que apoyar en Ron para no caerse al suelo.

Pudo ver que unas chispas rojas salieron del laberinto, eso significaba que alguien había abandonado.

-Espero que no haya sido Harry...- Murmuró Ron agarrándola por la cintura para sostenerla mejor.

De repente, a Katherine le empezó a doler la cabeza como nunca antes, haciendo incluso que soltara un chillido.

Toda la familia Weasley se preocupó por ella, y la tuvieron que sentar.

Katherine ni siquiera pudo entender lo que le decían a su alrededor, sólo escuchaba una cosa, una voz ronca que decía lo mismo una y otra vez.

-Coge el pergamino...

No sabía quién le decía eso, nunca había escuchado esa voz anteriormente.

Le hizo caso y metió su mano en el bolsillo para coger el pergamino que le había dado Moody, pero en cuanto su mano lo rozó, sintió un gancho tirando de ella.

Se vio envuelta en un torbellino de colores, y tras estar unos segundos notando esa horrible sensación, su cuerpo cayó en tierra firme.

Aunque la cabeza había dejado de dolerle, le costó reconocer el sitio donde estaba, pero pronto comprendió que estaba en un cementerio, el mismo que había visto en sus sueños.

Frente a ella pudo ver a una persona que le ofrecía su mano para ayudarla a levantarse.

-¿Estás bien?- Preguntó aquel chico cuando Katherine estuvo en pie.

-Sí, eso creo. Disculpa, ¿tú eres...?

-Cierto, no me he presentado, discúlpame. Cedric Diggory, un placer.- Dijo mientras le daba un apretón de manos. -Harry me ha hablado de ti, debes de ser Katherine Weasley.

Harry fue hacia ellos con sigilo.

-Alguien viene.

Los tres sacaron las varitas al ver que un mago con capucha salía de entre las tumbas, sosteniendo otra figura encapuchada entre sus brazos.

Harry y Katherine sintieron un fuerte dolor, él en la cicatriz y ella en toda su cabeza.

Lo siguiente que escucharon, los dejó de piedra.

Avada Kedavra!

Junto a ellos yacía Cedric, sin vida y con las piernas y los brazos extendidos.

Entonces los dos chicos notaron como unas cuerdas rodeaban sus cuerpos y los arrastraban hasta estar atados a unas lápidas.

El hombrecillo que estaba bajo la capa estaba junto a un caldero burbujeante, y notaron como el lío de ropa que tenía entre sus brazos se agitaba con fuerza.

Fue hacia ellos y les quitó las varitas, tirándolas al suelo.

Entonces Harry se dio cuenta de que se trataba de Peter Pettigrew.

-¡Date prisa!

-Ya está listo, amo.

-Ahora...- Dijo una voz fría.

Colagusano abrió el hilo de ropa revelando lo que había dentro, y los dos jóvenes ahogaron un grito.

Era como si Colagusano hubiera dejado a la vista algo oculto, horrendo y viscoso.

Lo que Colagusano había llevado con él tenía la forma de un niño agachado, pero no habían visto nunca nada menos parecido a un niño: no tenía pelo y la piel era de aspecto escamoso de un negro rojizo oscuro, los brazos y piernas eran muy delgados y débiles, y la cara era plana, como la de una serpiente.

Colagusano lo llevó hasta el borde del caldero, y luego se oyó el golpe del cuerpo contra el fondo del caldero.

-¡Hueso del padre, otorgado sin saberlo, renovarás a tu hijo!

La superficie de la sepultura se rajó a los pies de Harry y Katherine.

Vieron como salía de debajo un fino chorro de polvo y caía suavemente en el caldero.

El agua se agitó y lanzó un chisporroteo; arrojó chispas en todas las direcciones y se volvió de un azul vivido de aspecto ponzoñoso.

De un momento a otro Colagusano estaba lloriqueando, y sacó del interior de su túnica una daga.

-¡Carne del vasallo voluntariamente ofrecida, revivirás a tu señor!

Extendió su mano derecha y agarró la daga con la mano izquierda, y la levantó.

Katherine se arrepintió de no haber cerrado los ojos a tiempo, tuvo que ver cómo aquel hombre se cortaba la mano.

Como pudo, Colagusano agregó su mano amputada a aquella pócima y esta se volvió de color rojo ardiente.

Entonces, sollozando y gimiendo de dolor, se acercó a los dos chicos.

-Sangre del enemigo tomada a la fuerza, resucitarás al que odias.

Entonces Harry comprendió lo que quería hacer.

-¡No te acerques a ella! ¡Ella no tiene la culpa de nada!- Gritó, pero Colagusano no le prestó la más mínima atención.

Forcejeando con las cuerdas, Katherine vio la brillante daga acercarse a ella, y sintió la punta penetrar en el pliegue del codo y la sangre escurriendo por la manga rasgada de su jersey.

Colagusano llevó la daga repleta de sangre hacia el caldero y la virtió.

Lo mismo hizo con Harry, cortó su brazo y puso su sangre en el interior del caldero.

La pócima hervía a borbotones, y de repente, se extinguieron las chispas que saltaban del caldero.

Una enorme cantidad de vapor blanco surgió formando nubes espesas y lo envolvió todo.

Entonces, a través de la niebla, los chicos pudieron ver que del interior del caldero se levantaba lentamente la oscura silueta de un hombre alto y delgado, como un esqueleto.

-Vísteme.- Dijo aquella voz fría y aguda.

Colagusano, sollozando y gimiendo, sin dejar de agarrarse el brazo mutilado, alcanzo con dificultad la túnica negra del suelo, se puso en pie, se acercó a su señor y se la colocó por encima con una sola mano.

Aquel hombre delgado salió del caldero, mirando a Harry y a Katherine fijamente, y Harry contempló el rostro que había nutrido sus pesadillas durante los últimos tres años.

Más blanco que una calavera, con ojos de un rojo amoratado y la nariz tan aplastada como la de una serpiente, con pequeñas rajas en ella en vez de orificios.

Lord Voldemort había vuelto.

La melliza de Ron Weasley || Harry Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora