clamo a ti en mi tiempo de temor,
en esos tiempos que me asecha el dolor.para mis lágrimas tienes la curación,
un amor perfecto que no tiene comparación.permíteme alabarte, cantarte y en tu presencia deleitarme.
¿Cómo no podría hacerlo? ¡Me regocijo en decirlo!
me diste un corazón de carne, cuando todo lo que quise hacer era cubrirlo.cubrirlo de barreras, caparazón inquebrantable,
hasta que llegaste tú, por supuesto,
Dios inigualable.
Me enseñas a amar, a la vida disfrutar, y sobre todo,
en tu libertad me permites habitar.