╭ ˏˋ 11'ˎ ╮

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— Vamos. — indicó mi madre.

Me limité a contestar, como usualmente lo hacía. Ella lo sabía. Esto no era de mi agrado, por eso se limitaba a tratar de establecer una conversación conmigo.

Mi madre conducía, era lo que usualmente hacía. Luego de unos minutos llegamos a ese lugar. El lugar que tanto me fastidia.

— ¡Señora Park! — escuché a las enfermeras saludar amablemente. 

— Hola, que gusto verlos nuevamente. — ella sonrió amablemente.

Blanco. Era lo que se veía demasiado en ese lugar. No tenía vida, solo era un lugar blanco donde personas de "desahogaban" y lograban ser "ayudadas".

Entré al consultorio donde usualmente tengo que ir. Me acomodé en el sofá marrón que había ahí, era cómodo.

— ¿Hiciste la tarea que te envié? — asentí mirando hacía el suelo. — ¿Puedo leerla?

— No.

Fue lo único que dije luego de unos minutos que llegué. El solo asintió para anotar algo en su agenda. Lo que siempre hacía.

— ¿Te sientes bien luego de escribirle?

— No, realmente no. — fui honesto.

— Cuéntame, ¿Por que?

— Porqué no obtengo su respuesta. — un nudo en mi garganta se fue formando. — Me siento un jodido inútil.

— No, no lo eres.

— Si lo soy. Soy un idiota que no hizo nada, debía ayudarla y me quedé como un puto imbecil. Ella no merecía eso, yo la pude ayudar... si lo hubiera descubierto antes de tiempo.

— Señora Park. — habló el psicólogo. — Lo siento, el debe ir.

Vi como los ojos de mi madre se cristalizaron mientras que asentía. Los miré a ambos, ellos solos me miraron con una mirada de tristeza. ¿Ir a donde?

Dos sujetos vestidos de blanco vinieron hacía mi sujetándome de los brazos, trate de sacarme sus manos pero fue imposible. Mi madre solo bajo su mirada mientras que unas lágrimas caían.

Sentí como inyectaron algo en mi, no sabía que era, poco a poco mis ojos se fueron cerrando por completo.

[...]

Parpadeé un par de veces para así acostumbrarme a la luz que pasaba por esa diminuta ventana en estas cuatro paredes blancas.
Miré todo el lugar tratando de buscar algo familiar, pero no había nada. Estaba acostado en una especié de camilla, realmente no tenía ni la menor idea.
Lo último que recuerdo fue ver el rostro de mi madre. El rostro en el que se reflejaba tristeza, dolor, como si esto le afectará a ella.

La puerta se abrió dejándome ver a un hombre vestido completamente de blanco junto con dos mujeres, una de esas era mi madre y la otra era... Doyun.

— ¿Que es esto? ¿Que hago aquí? — pregunté mirándolas. Mi madre solo bajó la mirada, Doyun suspiró y se acercó a mi con una amplia sonrisa.

— Jimin, ¿Cómo estás?

— ¿Cómo se supone que esté? — la miré a los ojos. — ¿Donde estoy Doyun?

— Estás en un centro de rehabilitación Park. — escuché a Doyun contestar.

— ¿T-tú sabías esto? — susurré mirando mis pies.

— Lo siento, no podía decírtelo... créeme que  intenté que no te trajeran pero necesitas ayuda.

Suspiré pesadamente, ella lo sabía y no me lo dijo. ¿Acaso estoy tan loco como ellas me miran?

No, no lo estoy.

— Solo sáquenme de aquí. — musite entre balbuceos.

— No. — mi madre me miró. — No te sacaré de este lugar hasta que entiendas que ella se fue. — habló fuerte.

La miré atentamente, sabía lo que dijo, y también sabía que no estuvo bien. Cuándo trató de remediarlo, ya había sido tarde.
Mis ojos empezaron a picar haciéndome entrar en ansiedad, busqué una hoja como me había indicado el psicólogo y empecé a escribir.

"Largo"

Hace muchos años no hacía esto. Era un voto de silencio, no hablaba. Simplemente me quedaba en silencio y mi única comunicación era una hoja de papel.

— Jimin no hagas esto más complicado. No vuelvas con eso. — pidió mi madre mirándome con sus cristalizados.

Con mi dedo índice señalé nuevamente donde había escrito "Largo" así haciéndole saber que no hablaría y volvería ese Jimin.

𝘔𝘪𝘥𝘥𝘭𝘦 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘯𝘪𝘨𝘩𝘵  [JIMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora