[🍒]'•, ツ¡ Hanahaki.🌷 Tomtord

OO┊➳ Prólogo.

Tord se removió débilmente desde su lugar, mientras que un dolor punzante en sus piernas, se expandía adueñándose de todo su cuerpo.

Sus párpados le resultaban pesados, cual telones plomo, y su sentido de la audición tampoco parecía querer cooperar con él, pues apenas
llegaban a sus oídos escuálidos sonidos que identificaba como parte del cáos de la guerra, a la par que dichos sonidos se veían fuertemente eclipsados por un desagradable zumbido sordo.

"¿Algún problema, líder rojo?"

Tord se esforzó por espabilar sus sentidos lo mejor que pudo y trató de buscar con su mirada al dueño de aquella voz que le dirigía la palabra.

Fue entonces, cuando se encontró con un par de ojos de frívolos, que le sonreían con sorna, desde el rostro de un hombre atípicamente sereno. Unas características, que daban fé al líder rojo de que su enemigo era capaz de tomarse su tiempo para mofarse, aún en medio de semejante enfrentamiento.

Tord aún no tenía una idea exacta de lo que el hombre le decía, pero sus instintos y sus expresiones corporales le decían que no debía de ser nada bueno y que era mejor correr a toda costa. Sin embargo, esto igualmente no sería posible para el noruego, pues sus piernas simplemente no respondían a los llamados de su cerebro, es muy probable que por el cansancio, y el resto de su cuerpo se hallaba prácticamente inmovilizado por el dolor que lo consumía.

"Déjeme le ayudo."

La burlesca sonrisa en el rostro de aquel hombre, se ensanchó rápidamente con malicia, mientras que sacaba una pequeña jeringa del
bolsillo de su traje.

Tord sólo podía seguir sus movimientos con la mirada, sintiendo genuina impotencia mientras lo hacía. Por lo que el hombre se aprovechó de esto y se colocó de cuclillas junto al joven, tomándose unos breves segundos para preparar la inyección.

Gracias a la cercanía, Tord pudo escuchar, con cierto temor, como daba unos breves golpesitos en el tubo de la jeringa, para después aplicar cuidadosas presiones en el embolo de esta, hasta notar que unas pequeñas gotas del líquido de dudosa procedencia se escurrían por la aguja.

"Oh, no me mires así. Te aseguro que no te dolerá."

Dijo burlándose por última vez de él, antes enterrar la aguja, sin delicadeza alguna, sobre la piel de su hombro. Tord gimió con dolor, al instante de sentir aquel extraño líquido ardiendo en sus venas.

El líder enemigo soltó una risotada triunfante en su cara, disfrutando, sin vergüenza alguna, de la actual debilidad del niño, que hace apenas un rato había llegado a escupirle en la cara, patearle en las bolas, e incontables veces faltarle el respeto, con aires de autosuficiencia y gallardía. Ahora, este sería su turno de sentirse poderoso.