Aquel día no tenía muchas esperanzas de que fuese bueno, agradable. Verás, todo en mi pasado fue... blanco y negro, pero eso lo sabes. A veces el mundo se cae encima de uno mismo y no se percata hasta que ya tocó fondo. Sin embargo, desde el momento en que te vi hablar, supe que algo había dentro de ti... quería conocerte, acercarme, llegar hasta ti. Puedes pensar que es extraño, pero no era solamente por mi ser curioso por naturaleza; en realidad a pesar de haber miles de personas alrededor, sabía que de tú estar allí mis ojos no se moverían de lugar.
Y así fue... yo, en ese entonces estaba muy triste, sentía no tener nada, porque no lo tenía; solo a mí mismo y eso nunca lo tomé en cuenta, hasta que llegaste tú. Fuiste hacia mí a pesar de yo estar por los suelos, buscándote indirectamente y sin poder confesar lo que quería o sentía debido al "va a pensar que estoy loco".
Cuando te vi cruzar esa puerta, en cuanto te sentaste junto a mí para ver las estrellas, cuando me cuestionaste tantas cosas, me cargaste, me protegiste, me mantuviste a salvo... yo supe que sin importar si tú podías corresponderme alguna vez, yo ya había caído hasta el fondo en un nombre y apellido, en esos ojos que pueden derretir a cualquiera, en esa voz dulce y ese corazón tan enorme que llevas dentro. Yo lo supe Youngho, para mí ya no existía un retorno, iba a buscar tu felicidad, me incluyera o no a mí.