PARTE I

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10 de junio de 1977

Me dirigía a la posada Boutique, extenuado por el largo viaje, donde de repente el tiempo se pausó, y mi mirada de lejos quedo impactada por aquella infraestructura, manifestando un estilo arquitectónico racionalista escindido en tres partes, resaltado de amenities, y podía observar un indicio lúgubre de presidio adentrándose por aquellas ventanas y balcones, con hermosas vistas, rodeado de inmensa vegetación, deslumbrado por aquel rayo de luz entre esas dos cumbres que delineaba en el piso aquella silueta que me embeleso, el corazón y mente de acuerdos por primera vez me susurraron "ahí es", levante mi bagaje y era como mis pies involuntariamente me dirigían a su entrada. De repente aquel ángel de la guarda del hotel me recibió con una sonrisa, guiándome y secundando en mi instalación, hablo de aquella recepcionista que cautivaba con su sonrisa envuelta por ese labial rojo y esos ojos grandes como retazos del cielo, que hacía que mi corazón palpitara de forma inusual, tanta conmoción suntuosa en un solo día, creo que basta, que ya no quiero irme de este sitio, porque acabo de descubrir que aquí pertenezco.

15 de junio de 1977

Otra tarde más después de salir del fango terapéutico del hotel, admiro desde mi habitación este espléndido atardecer, como el sol se sitúa relativamente a las aguas del lago, penetrando un fuerte color naranja instigando los sentidos, el Gran hotel Viena es ese hotel que estuve esperando por años encontrarlo, donde me pregunto por qué el destino no hizo que me cruzara antes con este arquitectónico lugar, este año es grandioso, 1977 un año donde mis horizontes van más allá, que podría salir mal en este hotel arcano.

(Llaman a la habitación)

-¿Quién podría ser?, no he pedido servicio a la habitación

-Joven, necesitamos que nos acompañe a la comisaria...

Estaba ahí corriendo por aquellos jardines de mi casa a las fueras de la ciudad, era único hijo, mi padre era docente de una de las universidades privilegiadas de Argentina y mi madre era arquitecta y ambos siempre eran cada uno en sus respectivos estudios, pero no era tan triste porque tenía toda la casa para mí y mis amigos eran los animales, recuerdo que mi conejo se murió, pero no recuerdo lo que sucedió, en mi mente solo hay el recuerdo del conejo sangrando en mis manos, no sé lo que paso antes, pero mi madre me dijo que el conejo había caído en una de las trampas para los ratones, mi conejo Burbuja fue mi compañero por 4 años, pero a partir de ese día las cosas cambiaron, los animales que teníamos, en mí también algo cambio.

Abro los ojos y lo primero que veo es una reja entre dos paredes de ladrillo gris gastado, acostado en una cama donde solo alcanza una persona, con una simple sabana que en algún tiempo fue blanca y ahora combina con el color de la pared. Y un goteo con un sonido sutil y exasperante de una gotera.

Me acercó a observar por las rejillas y aprecio un pasillo muy largo con un ruido proviniendo del final del pasillo, el eco de conversaciones.

-¿Qué sucedió?, ¿Qué hago aquí y como paso que me dormí? ¿De qué se me culpa?- siento un pequeño dolor avanzar por mi cabeza, mi respiración cambia su ritmo, el corazón me palpita más rápido. -De repente logro escuchar pisadas aproximarse, y chirridos de llaves, y es un policía quien se aproxima.

-Joven Uriel, su fianza fue pagada por su padre, usted queda libre, pero tiene que dar su declaración, sobre lo que sucedió la noche anterior.

Que fue lo que acaba de decir, ¡está loco!, yo implicado en un crimen, soy un periodista impecable, saben cuánto afectaría esto en mi carrera. Los policías de ahora no hacen una adecuada investigación, mi imagen no la dejare en manos de estos ineptos, como un buen periodista llegare al fondo de esto, investigando por mi cuenta, pero primero odio mi amnesia, tengo que recordar lo que sucedió y en donde estuve, que todo está borroso en mi mente.

Pero antes necesito llegar al hotel, tomarme un baño e ir por el Club de Café. –Padre puedes llevarme a mi hotel.

Su padre lleno de impotencia por dentro, diciéndose entre sí que su hijo es el mismo de siempre y lo hubiera dejado unas horas más en esa celda, pero todo lo hace por su esposa y no por su hijo. Que tuvo que viajar 12h desde Monterrey y que su único hijo que no lo ha visto en años, sea tan indiferente. Y mostrándole una sonrisa fingida de alegría a su hijo, ordena a su chofer dirigirse al Gran hotel Viena.

Se siente ya dentro del auto un silencio incomodo, lleno de orgullo y pensamientos. Uriel y su padre amos mirando por la ventana, manteniendo su distancia y ambos pensativos, que era confuso si pensaban en lo bello que son las calles de Córdoba o si por sus pequeñas cabezas pasaba si era culpable acaso Uriel. Su padre ocultaba un gran secreto que sabía que si hablaba su hijo sería realmente sospechoso...

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2021 ⏰

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