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»Eres muy amargado«

Con los ojos cansados, Chan se estiro bajo el montón de sabanas sobre su cuerpo, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama.

El rubio abrió los ojos de golpe y corrió los brazos de quien sea que fuese y se levanto de donde se encontraba.

Al principio se sintió confundido y se pregunto quien era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojitos con un mohín adorable.

Luego recordó lo que había pasado la noche anterior y se sintió abrumado.

— Yo... ¿No estaba durmiendo en el suelo?— pregunto Chan, aunque fue mas para si mismo.

Felix se acomodo en la cama para sentarse con la espalda contra la pared, y le dedico una pequeña sonrisa.

— En la madrugada no podía dormir, te pedí que vengas a la cama conmigo— dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Chan se sintiera caliente.

Sin decir nada, el mayor se froto el rostro y salió del cuarto para ir a la cocina, y encender la luz antes de prepararse el desayuno.

No había terminado de hacer su café que Felix y lo estaba mirando desde el umbral con los ojos hambrientos.

Chan al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le prepararía el desayuno, tenia suficiente conque el chico se quedara en su casa y tenga que usar su ropa, pero al abrir la boca, las palabras que surgieron fueron totalmente diferentes:

— ¿Qué quieres comer?

Felix intento reprimir una sonrisa.

— ¿Te molesta que hiciera mi desayuno yo mismo?

Chan estuvo un poco sorprendido.

Tiempo atrás había estado en una relaciona con una omega, y la chica era tan inútil y poco independiente que sacaba de quicio a Chan. Luego de eso creía que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.

— ¿Podría?— la pregunta de Felix hizo que Chan reaccionara, moviendo la cabeza para despejarse.

— Si, si— dijo—. No rompas nada.

Minutos después, cuando Chan ya tenia su café y un panqueque con algunas galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.

Vio a Felix cocinar algo que superaba sus habilidades culinarias, pero noto que usaba huevos y algo de queso, y aparte, calentó leche, rebusco un poco en la alacena  antes de preguntar:

— ¿No tienes chocolatada?

Chan soltó una pequeña risa.

— Niño, gasto mi presupuesto en café, es lo único que me mantiene con vida. No gasto en chocolatada porque no me sirve.

Vio a Felix mirándolo con una mueca.

— Creo que eres muy amargado, te hace falta chocolatada.

Chan solo rodo los ojos.

A los pocos minutos Felix había terminado de hacer su desayuno y se había acomodado en la mesa para comerlo, pero en cuando se sentó, Chan se levanto sin decir nada y volvió al cuarto.

La seriedad del chico rubio hizo que Felix se preguntara si al otro le molestaba su presencia alii.

Y entendía perfectamente que era sumamente irritante que una persona ajena se instalara en tu casa para usar todo lo que el propio dueño usa.

𝖣Ǝ𝖫𝖳𝖠 - 𝕮𝖧𝖠Ͷ𝗟𝗜𝗫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora