Descanso

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- Capítulo único -

Jean no entendía cómo esto la ayudaría a relajarse, pero cuando su íntima amiga Lisa la invitó a pasar un rato en la biblioteca de la sede de caballeros no pudo decirle que no. Entraron y se sentaron en una de las mesas de abajo, todo estaba realmente silencioso. Después de todo toda la gente de la ciudad estaba disfrutando de los eventos del festival.

La castaña se mostró algo distante al inicio, viendo en todas direcciones con bastante cuidado. Cuando se sentaron ella todavía no le hablaba, ¿tal vez quería darle paz para leer? Sonaba bien, con esa idea en mente Jean leyó los títulos de algunos libros sobre la mesa. A ver, ¿cuál de estos no ha leído?

Ni Sayid ni Ella se encontraban en este momento, parecía una buena oportunidad. Lisa finalmente se pone de pie y le dedica una sonrisa pequeña a Jean, quien la mira con curiosidad con esos lindos ojos azules.

— ¿Lisa?

— Ahora vengo, cariño. Hablaré con los guardias un momento.

Jean de inmediato frunce las cejas, su deber la llamaba.

— ¿Pasó algo?

Lisa se ríe suavemente y niega con la cabeza, se posa detrás de Jean y pone sus manos enguantadas sobre los hombros de la gran maestra intendente para hacer que se siente de nuevo.

— Nada importante, cariño. —Repite suavemente. — Tu querida Lisa se hará cargo, ¿sí? Comienza a leer.

— Está bien...

Jean la sigue con la mirada hasta que la puerta de la librería se cierra. Bueno, en ese caso... toma finalmente un libro, el octavo tomo de Más que un perro, y hace memoria un momento para recordar en qué capítulo lo dejó. Entonces retoma desde ahí. La puerta se abre de nuevo al cabo de unos minutos pero ella estaba tan concentrada que no prestó atención. Entonces se escucharon dos pequeños sonidos metálicos, uno seguido del otro. Eso sí la hace levantar la vista y ver a la maga que se acercaba de nuevo a la mesa.

— ¿Pasó algo, Lisa?

— Wyratt y Wood se fueron al festival. Shh... —Lisa pone su dedo índice sobre los bonitos labios de Jean al ver su intención de hablar. ¿Klee? Ya lo sabía. Le regala una sonrisa tranquila, un intento por calmarla. — Ella estará bien, déjalo en manos de Barbatos por una vez, ¿sí? Mereces descansar de vez en cuando.

Su corazón estaba acelerado dentro de su pecho, por alguna razón no podía apartar la mirada del lindo rostro de Lisa. La forma en que la castaña la estaba viendo... ya conocía esa mirada. El dedo que estaba sobre sus labios acarició su rosado labio inferior, sin darse cuenta cerró el libro y Lisa se rio de nuevo, era una risa tan linda.

— Acabas...

— ¿De tenderte una trampa? —Los ojos verdes de Lisa brillan con picardía, se toma un momento para quitarse el sombrero y lo deja sobre la mesa llena de libros. A este punto, las mejillas de Jean ya estaban rojas y se agarraba a la silla como si estuviera nerviosa. — Sí, querida, y caíste. Otra vez.

— ¡Lisa! ¡Esto es importante! Nosotras deberíamos...estar trabajando, no descansando. Después de todo no debí aceptar venir aquí...

— Descansar, es también parte de nuestro trabajo. Siempre hay tiempo para el trabajo, ¿pero nunca hay tiempo para descansar? Podrías enfermarte... —Lisa se quita el guante de su mano izquierda, luego el de la mano derecha. Sus manos desnudas eran tan delicadas y hermosas, tan femenina. La seductora fragancia de la hechicera llega pronto hasta Jean, quien traga saliva. Es incapaz de quitarle la mirada de encima. ¿Estaban... realmente solas? Lisa camina con calma hasta posarse a su lado y entonces le ofrece una de sus manos desnudas.

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