Push-up

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Levi no es el tipo de hombre que lo primero en que se fije era en que tan grandes tiene los pechos una mujer, su mujer, pero esa noche de fiesta los de Mikasa lucían más grandes y redondeados. Sobresalían, se realzaban, exaltaban, ¿cuándo demonios le habían crecido tanto? Si él ya conocía más que bien a su novia desnuda.

Tenían pocas semanas que se habían ido a vivir juntos a su departamento. Después de cinco años de relación, pensaron que era el momento adecuado para empezar a adaptarse el uno al otro, a sus manías, si es que querían continuar con lo que tenían.

Por eso, Levi estaba seguro de que ese par de melones no era a lo que estaba acostumbrado a ver y tocar.

No sabía mucho de ropa interior femenina, pero la convivencia le había forzado a saber que Mikasa usaba del tipo bralette y brassier o como mierda se llamara cada relajosa prenda. Mikasa, se había enterado, normalmente no solía portarlos cuando permanecía todo el día en casa. En sus días de descanso del trabajo, decía que eran molestos y la varilla molestaba. Durante estos momentos sus adorables senos se pavoneaban libres dentro de sus blusitas y blusones de pijamas, notando también las puntas de sus alegres pezones sonrosados.

En otras ocasiones, cuando regresaba tarde de trabajar, lo primero que hacía Mikasa era inmediatamente retirarlo para mayor comodidad. Su novia era copa C y llenaba el considerable sujetador bastante bien; sin embargo, podía notar los pechos colgar de manera natural lo trajera puesto o no, pues estos eran bastante firmes y esponjosos.

Mas esta ocasión difería de las anteriores.

Mikasa formalmente vestida, usaba una camisa blanca con el último botón casi al cuello abotonado, y aún así podía vislumbrarse un minúsculo escote hasta arriba, esa jodida raya traicionera que dividía sus montes. Curioso.

Levi tampoco era un pervertido acosador, pero debía admitir que no podía dejar de mirar esas semejantes cimas que parecían haber aumentado de tamaño considerablemente de un día para otro, se le antojaba tocarlos, palparlos, hundir su rostro en ellos; peor aún, sus ansias empeoraban cuando Mikasa ajustaba o cruzaba sus brazos a los lados, estos se apretaban resaltando y casi botando aún más.

«Mierda, cálmate, Levi junior.»

Trataba de mantener una incipiente erección a raya, con su mano disimuladamente acomodaba su entrepierna cada tanto.

Solo imaginar esos firmes senos de Mikasa era suficiente para ya levantarlo. Y era sorprendente, ninguna de sus novias anteriores había logrado incitarlo de tal manera en el pasado. Era una hazaña, sin duda.

.

Esa tarde en específico, Levi y Mikasa habían ido juntos a realizar varias compras. No era día libre como tal, sino que aprovechaban los fines de semana para abastecer la despensa, visitar amigos o familiares, y realizar otros mandados pendientes. Mikasa vestía una blusa sencilla, color crema, lo cual hacía sus pechos caer naturalmente, sin ninguna clase de escote —por supuesto que usaba sostén—, con lo cual no era posible vislumbrar ninguna separación de los senos redondos, tan sólo su forma.

Entonces, Levi se preguntaba, ¿cual era el secreto de aquélla noche? ¿Acaso la mocosa atrevida se había puesto relleno? ¿Por qué? Se sintió un poco receloso.

Apenas entrando al departamento, la azabache soltó un suspiro-quejido mientras colocaba algunas bolsas sobre el mesón de la diminuta cocina, y Levi otras tantas en el suelo y sillas altas.

—Al fin en casa, odio esto —protestó al tiempo que se estiraba y posteriormente cruzar sus brazos detrás de sus espalda, y como ya lo esperaba Levi, desabrochaba su sujetador, mas no lo retiró al completo—. Ojalá pudiera quitarme el chichero...

push-up || rivamika Donde viven las historias. Descúbrelo ahora