Abrazos

Prefacio.

"Quien lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en uno, cuando miras largo tiempo un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Él era bueno, tan bueno. Lo supo en el clímax de esa lucha: El bien contra el mal, si es que era tan básico como eso. Walter Beckett. 

Cuando vio ese resignado pero satisfecho destello en sus enormes ojos azules, lo supo. Demasiado bueno para este mundo, e iba a morir, pero igualmente lo había derrotado.

¿Había algo más denigrante?

No sólo le derrotó. Lo salvo.

Era fácil ver que ese niño no mataba una mosca, y decidió usar un dilema moral como método desesperado.

»Y tú no eres un asesino... «

Tenía que elegir. Los dejaba morir a todos, o los mataba a ellos dos. 

Saldría airoso si el chico se acobardaba ante el peligro de perder su vida, y si no, y el niño era lo suficientemente valiente y jugaba al héroe, al menos se llevaría consigo a aquel muchacho que parecía ser tan importante para Sterling. Su propósito era arrebatarle todo, y si su todo era este,  habría ganado.
Habia caído tan bajo que podía conformarse con ello para hacer pagar un poco a el asesino negligente de su gente, a estas alturas, era mejor que nada.

Recordó la sofocante desesperación de la que lo hizo víctima, cuando envió sus drones contra el submarino donde presuntamente viajaba el chico.
El gran Sterling suplicando perdón, con el agobio que no tuvo antes ni al amenazar a toda su gente.

Pero encontró la frustración en una alternativa que ni se había planteado posible. Ese muchacho le mostró la manera de no lastimar a nadie, ni siquiera al enemigo, afrontando las consecuencias de su decisión sin arrepentimiento alguno. La muerte súbita. Una caída mortal sin ningún tipo de protección, ya que prefirió brindársela a él.

Se dejó caer tan fácilmente, por salvarle la vida a todos.

Vaya mocoso estúpido...

Justo el tipo de persona que termina resentida, preguntando a la vida "¿Qué hice mal?" Cuando el Karma parece contestar con una peripecia.