Las Ocurrencias de Lau

🔹️Un rey caído

Hoy, como todos los días, siento en el pecho esa presión que no me deja respirar. A veces siento que puedo aguantarla y seguir, olvidarla y superarla. Pero en las noches como la de hoy me olvido de olvidarla y es ese dolor en mi alma el que me hace pensar claramente lo que quiero.

Cuando, acostado en la inmensa cama que algún día compartimos, en mi habitación real que hoy se siente tan sola, en este castillo que algún día fue nuestro hogar, sueño contigo y te veo ante mí, tan hermosa y joven como si el tiempo nunca hubiese pasado, un sentimiento, el más grande que pudiera sentir una persona, me impulsa a acabar con todo y borrar aquello que alguna vez fue de los dos y que hoy solo me atormenta con recuerdos.

De esas noches lo difícil no es el sueño, sino el despertar, donde choco con una realidad tan dura que me deja destrozado.

No ha sido nada fácil de llevar la calma tras la tormenta de emociones que causaste, pues el caos de tu llegada no se asemeja al de tu partida.

Del imperio que construimos juntos, hoy solo quedan escombros. El castillo que levantamos, una piedra a la vez, paso a paso, hoy se cae en pedazos, el incendio de tu ausencia se encargó de destruirlo. Y en lugar de reconstruirlo levanté muros a su alrededor y hoy estoy tan aislado del mundo que no sé siquiera si exista mundo. Despedí a nuestros sirvientes, solo se encargaban de preguntarme si estaba bien; en sus ojos veía lástima y compasión y eso solo me hacía querer arrancárselos. El mar que antes se veía hermoso chocando con nuestros muros, hoy se ve tenebroso y apagado. Los jardines se marchitaron como si un invierno permanente los abrazara. Pero prefiero todo así, aunque no pueda estar contigo no soporto la idea de construir una nueva vida, un nuevo reino y dejarte atrás.

¿Por qué los momentos buenos se acaban? ¿Por qué hay que vivir situaciones difíciles para hacernos más fuertes si no importa ser débil mientras se es feliz? ¿De qué me sirvió conocerte, amarte y tenerte si ahora mi vida se resume a extrañarte? Si es ese el precio de la felicidad que me diste, no la quiero. Llévatelo todo, tu risa que me atormenta, tu perfume que no me deja percibir la podredumbre en la que estoy viviendo, tus ojos que me hechizan y no logro quitármelos de la mente, tu recuerdo cuando estoy despierto y tu presencia cuando estoy dormido.

Ahora estoy en la torre más alta de este vestigio de fortaleza, esa que da directamente al mar y solo llevo conmigo el propósito con el que desperté, una bolsita con memorias y un corazón hecho pedazos.

Si no puedo aguantar la realidad de qué me sirve vivirla. Acosado todo el tiempo por pensamientos lúgubres comienzas a ver más clara la oscuridad y a sentirte a gusto en la devastación.

Por eso mi querida, eterna reina de mi mundo, hoy por fin voy a reunirme contigo, solo espérame. Voy a sumergirme en el más profundo de los abismos y así por fin podré salir a una nueva superficie y ver nuevamente la luz de tus ojos ausentes.