Las minúsculas moscas aparecían en su cuarto cada vez que algo iba mal. Cuando algo malo iba a pasar las dichosas moscas volaban por encima de su cabeza y en todas las direcciones, y cuando mataba a una aparecían tres más. Durante un tiempo, su presencia nunca cesaba. La chica quedaba encogida debajo de la mesa, viendolas pasar de un lado a otro desesperada por no poder echarlas. Un día las moscas no estaban cuando se despertó. Llevaba noches sin tener pesadillas y por fin al abrir los ojos no vio a las dichosas moscas, así que, cuando aparecen de nuevo, tiene miedo.