Solo las nubes y las estrellas saben cuántas veces miré al cielo pensando en ti.
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Libro recopilatorio de oneshots sobre MCND y 1THE9 de mi autorí...
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¿Alguna vez escuchaste sobre los amantes eternos?
Cuenta la leyenda que aquellos que están destinados a encontrarse una y otra vez están unidos por el meñique con un hilo rojo del destino. Pasarán los años y a pesar de que el hilo se enrede o se tense, jamás podrá romperse.
JunHyuk miró de nuevo su meñique izquierdo antes de cerrar aquel libro y tirarlo a algún lugar de su desordenada habitación. Después de ver otros largos segundos a la nada se echó en su cama observando el techo.
En el lugar en el que vivía aquella leyenda del hilo rojo del destino, no era sólo un cuento bobo, para nada. Aquel sitio era famoso mundialmente porque sus habitantes podían ver aquel hilo rojo que les ataba de por vida con otra persona.
A la mayoría le parecía un destino de lo más romántico, pero para el chico de 15 años significaba un castigo divino.
Vamos, quién querría emparejarse por el resto de sus días con una persona que probablemente no conozcas. Aunque, a decir verdad, a nadie parecía molestarle, a nadie más que a JunHyuk, porque todos allí eran felices con aquella imposición.
Sintió escalofríos de nuevo, pronto se revelaría en su meñique aquel hilo rojo e irremediablemente tendría que estar con esa persona toda su vida. Pronto cumpliría 16 años y su destino cambiaría.
— ¿Por qué sigues rompiéndote la cabeza con eso? — la voz de SeungJun interrumpió los pensamientos del más joven, entró a la habitación por completo y se recostó juntó a él.
—¿Cómo sabes en qué pienso? — preguntó lanzándole un peluche.
—Siempre que piensas en el hilo rojo una expresión como si quisiera vomitar aparece en tu rostro. — le devolvió el peluche y se recostó de lado para apreciarle mejor. — No vale la pena pensar en eso, quizá tu destinado no viva en esta ciudad y nunca tengas que conocerlo incluso puede que esté muerto.
— Eres desagradable. — JunHyuk se también se apoyó sobre su costado para darle la cara a su amigo y de repente sintió un calor invadirle. — No quiero conocerle, es como si me obligaran a estar con un desconocido. Es terrorífico. Me niego.
Además, no podría estar con alguien que no fueras tu.
— Es tu destino. — zanjó SeungJun para voltearse sobre su espalda y cerrar los ojos.
— Lo dices fácil porque tu hilo no lleva a ningún lugar. — respondió defensivo, arrepintiéndose por tocar aquel tema que era delicado para su amigo. JunHyuk observó al mayor para buscar algún indicio de molestia y al no encontrar nada, tuvo más miedo. — Perdón, no quise-
