matt levanto un dedo.
- Regla número uno: desde ahora en adelante, me avisaras a donde y con quien deseas salir. Yo decidiré si vas o no.
- ¿Qué? ¡No! ¡Yo puedo salir con quien quiera y cuando sea!
Él continúo como si ella no hubiese hablado.
- Dos.- dijo.- podrás salir todo lo que quieras, siempre y cuando llegues a la hora acordada que, será hasta las 10. Ni una hora más, o serás severamente castigada.
_____ abrió la boca para protestar, pero la volvió a cerrar al darse cuenta de que sus berrinches no servirían para nada. Relajó su postura y se obligó a seguir escuchándolo.
- ¿Y la tercera?
Otro dedo.
- No volverás a ver a ese tal Mark.
_____ abrió los ojos a tope. Vale, era capaz de soportar las dos primeras reglas, ¿Pero la tercera? ¡Jamás!
- ¡Estas loco!- exclamó eufórica.- Mark es como mi hermano, y te guste o no, seguiré viéndolo cuantas veces se me plazca.
Mientras ella hablaba,matt le echó una rápida mirada a la pared que estaba tras ella e imaginó lo magnifico que seria apoyarla contra aquella y penetrarla una y otra vez. Humedeciéndose los labios con la lengua, matt se volvió a dirigir a ella.
- Vas a cumplir con todas las reglas te guste o no.
- Pues no estoy de acuerdo.- levanto la barbilla, desafiándolo.- me niego a cumplir con la tercera regla.
- Lastima, porque vas a tener que hacerlo.
- Oblígame.
Lejos de intimidarlo, sus palabras lo incitaron a hacer con ella lo que hace segundos antes se imagino. La acorralo contra la pared y apoyo sus manos a su costado, prohibiendo así de que escapara.
- Tu no... tu no eres mi padre.- susurro ella, ignorando la mano de matt que empezaba a recorrerle el muslo.
- Es verdad, pero tengo toda la autoridad sobre ti. Y puedo hacer contigo lo que sea.- enterró su nariz sobre su pelo, aspirando ese exquisito olor a rosas.- cumplirás con esa regla. Prométemelo.
- No.- su voz sonó entrecortada. Ella maldijo por lo bajo.
- Si lo harás.- y la beso, tan intensamente, que ella sintió sus rodillas temblar.