Un amor eterno

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Se encontraban en el restaurante, luego que Esteban se apareciera allí para hablar con María, sobre la Carta que había encontrado de Servando entre sus cosas, y en donde confesaba que amaba a su mujer…

E: después de leer la carta donde Servando confiesa que te amaba, comprendí porqué siempre me pedía perdón… en ocasiones cuando le preguntaba porque lo hacía, Servando me respondía que no merecía mi amistad. Ahora me doy cuenta de que tenía razón. No merecía mi amistad. Se decía mi amigo y me traicionó… porque si todo lo que ha dicho es cierto, entonces… tu y yo perdimos 20 años de nuestras vidas … 20 años que tu pasaste tras las rejas, 20 años que yo pasé añorando tu presencia, porque nunca te dejé de amar…

María al escucharlo decir esto último se puso de pie dispuesta a irse lo más lejos posible y no escucharlo hablar de amor… ella también lo amaba, pero no quería volver a sufrir con ese hombre que era su adorado tormento.

E: no, no, no te vayas. Por favor… (tomándola de su brazo para impedir que se fuera de su lado) te amo María (tomando su mano entre las suyas y mirándola directamente a los ojos) te he seguido amando (besó su mano sin perder sus ojos de vista) y estoy seguro que, aunque lo niegues, tú también me amas (acercándose hasta tomar posesión de esos labios que lo volvían loco)

Sus labios se encontraron, saboreando dulcemente la boca del otro… que bien se sentía estar así, de nuevo rodeada por sus brazos. Pero de pronto un destello de lógica volvió a su cabeza para romper con aquel mágico momento.

M: No, no Esteban, por favor (alejándose de sus labios que la hicieron perder completamente la razón)
E: no lo niegues María… tu me amas, me amas… ya (impidiendo que volviera a hablar) no hace falta que digas nada, no rompas la magia de este momento (besando su mano y volviendo a mirar su boca) solo quédate a mi lado, así, en silencio. Permíteme mirarte, permíteme tocarte, es todo lo que te pido… (volviendo a besar su mano sin dejar de estar envueltos en esa ola de seducción)

Más tarde de regreso a la mansión…

M: me voy a dormir… (yéndose directo a las escaleras sin contar con que Esteban la tomara del brazo evitando que así se alejara de él)
E: ven (besando su mano por enésima vez ese día, y guiándola al saloncito) ¿gustas tomar algo? (preguntó mirándola fijamente a los ojos luego de entrar al salón)
M: no, gracias… (sin dejar de mirarlo)

Esteban se acercó a ella, y lentamente fueron uniendo sus bocas para embriagarse con su sabor, la recostó en el sofá y continuó recorriendo con sus labios la dulce miel que le otorgaban sus besos, y fue bajando hasta su cuello. Esteban se quitó la chaqueta y ya iba por la corbata, cuando María puso fin al íntimo momento que estaban compartiendo)

M: no, no, Esteban, las cosas no se van a resolver así
E: ¿a qué le tienes miedo? ¿Por qué no quieres reconocer que me sigues amando?
M: no puedo reconocer algo de lo que no estoy segura. Aunque lo intente, no puedo dejar de sospechar de ti, tu como cualquiera de los demás, pudiste asesinar a Patricia (yéndose del salón y dejando a Esteban más que frustrado)

SIMULTÁNEAMENTE

>>>CUARTO DE MARÍA<<<

M: no puedo negar que los besos de Esteban me estremecen, a fin de cuentas, soy una mujer que necesita amor. Esteban es mi marido, y yo aun lo amo, lo amo como la primera vez. ¿hago mal en rechazarlo o debo hacerles caso a mis sentimientos? Ay (suspiró) no, si lo hago tengo miedo de perder a mis hijos para siempre y no encontrar al verdadero culpable.

>>>SALON<<<

E: María se empeña en no aceptar que aún me ama, sé que si lo hiciera seriamos felices juntos, muy felices…

HORAS MÁS TARDE…

E: se puede saber de dónde vienes a esta hora (preguntó al ver llegar a su esposa tan tarde a la mansión)
M: fui a ver a Vivian
E: y que es lo que quería, porque para ir a verla tan tarde, seguramente era algo muy urgente
M: Efectivamente, era algo muy urgente, pero no te lo puedo decir
E: ¿Por qué tanto misterio María? ¿Qué es lo que ocultas?
M: ya es tarde para discutir, hablaremos mañana (girando su cuerpo para subir las escaleras cuando Esteban la toma firmemente de su brazo para impedir que se fuera)
E: ¡No! Vamos a hablar ahora mismo
M: Suéltame, me lastimas (zafándose del agarre de su marido)
E: por favor, te suplico que dejemos ya este juego de indiferencia, sé que todo está en contra nuestra, pero María ya no puedo más, estoy dispuesto a luchar por ti, por nuestro amor, pero necesito saber una cosa, solo una cosa. María, ¿me amas? ¿me amas como yo a ti?
M: no tengo por qué contestarte, mis sentimientos son asunto mío y de nadie más
E: no, estás muy equivocada. ¡Sí tengo derecho a saberlo!
M: no me hables así
E: contéstame entonces… ¿Por qué nunca me quieres decir nada? ¿Qué es lo que ocultas?
M: no tengo por qué contestarte, voy a mi habitación
E: no, no, no vas a ninguna parte, no vas a ningún lado hasta que me contestes. ¿Por qué tanto misterio? ¿eh? ¿Por qué no me dices de una vez quien es esa persona tan especial?
M: Esteban, te lo suplico baja la voz
E: no, no bajo ninguna voz. Te exijo que me digas la verdad de una buena vez… dime, dime, María estoy exigiendo una verdad a la que tengo derecho, ¿Qué es lo que me ocultas? ¿por qué vendiste tus acciones de la empresa? ¿para que las vendiste? ¡Contéstame! ¿para qué las vendiste?
M: No te lo voy a decir
E: ¿por qué? ¿Por qué prefieres enfrentarme en vez de decirme la verdad?
M: le prometí a esa persona tan especial que jamás diría nada y pienso cumplir mi palabra
E: tu silencio me hace desconfiar de ti, yo ni quiero pensar que tu eres capaz de
M: Esteban por favor
E: dímelo de una buena vez, ¿Quién es esa persona? 
M: no te lo diré, y mucho menos si me sigues gritando. Me voy a mi cuarto (pasando rápidamente por su lado antes que la detuviera)
E: María, ¡María! (Yendo tras ella hasta la puerta de su cuarto) no hemos terminado de hablar. Ábreme la puerta.
M: no te abriré la maldita puerta, vete a tu recámara (quitándose la ropa que traía para irse a duchar)

Un amor eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora