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Habia tenido que cargar al pequeño lobo porque al parecer este sólo sabia andar a cuatro patas, las personas lo mirarían raro si dejaba al niño hacer eso, entonces lo cargo ya que igual no quería ser cargado por alguien que no fuera él.

Para el camino tuvo que conducir Jackson, el pequeño lobo no se quería despegar de él entonces decidieron cambiar lugares.

El niño no había dicho ni una palabra, sólo señalaba, hacia ruidos con la boca, gruñia, e intentaba morder a quien se quisiera acercar de más.

Para subirlo al auto fue otro problema, le gruñia al auto entonces Yoongi tuvo que taparle los ojos para meterlo. Igual al darle de comer optaron por piezas de pollo empanizado, pero era de esperarse que el pequeño Taehyung comería de forma tan hambrienta.

Las personas en el restaurante los habían mirado con mala cara durante su tiempo ahí. Y es que la presencia del pequeño lobo era bastante notoria debido a los constantes gruñidos, además del olor que se esparcia. Para los lobos era un olor particular, mientras que los vampiros apenas le daban importancia.

Estaban en el avión, ya camino hacia Corea. Sus amigos parecían estar completamente cansados porque apenas tocaron los sillones quedaron dormidos. Taehyung jugaba con algunos peluches que compraron para evitar que rompiera algo dentro. Él se mantenía frente a la computadora trabajando en algunos archivos, pero de vez en cuando le daba una mirada al niño que yacia enfrente de él mordiendo las orejas del tigre de peluche.

No sabia que estaba haciendo, jamas en su vida había hecho algo tan impulsivo. Ahora que estaba reflexionando se dio cuenta que todo esto estaba siendo demasiado complicado, además de que podría meterse en problemas con las autoridades japonesas debido a que ellos se tomaban demasiado en serio eso de "purificar" el país de lobos de montaña.

Mierda. Necesitaba café.

[...]

Ya se encontraba en casa. Habia despedido a sus amigos en el aeropuerto, cada uno tomó caminos diferentes.

Él fue recogido por uno de sus chóferes.  Llego directo a su casa donde empezó a checar cada espacio del lugar esperando que no hubiera nada peligroso para el pequeño lobo.

Se percato de las miradas curiosas de sus empleadas hacia el niño entonces se dio vuelta empezando a subir hasta su habitación. Con el niño aun en brazos cerro la puerta.

Lo dejo sobre la cama mientras se quitaba el saco.

—Escúchame, esta es mi casa, te quedarás aquí por un tiempo mientras investigo si es seguro darte a las autoridades de Corea. —Miro los ojos verdes que lo observaban con admiración. Se le estaba ablandando el corazón. —Dormirás en la habitación al lado, puedes hablar, ¿verdad?

El niño sólo rio empezando a gatear por toda la cama. Venga, que seria más difícil comunicarse con él.

Estaba apunto de volver hablar cuando su teléfono lo interrumpió.

—¿Sí?

La voz al otro lado del teléfono le saco una sonrisa.

—Jefe tengo todo arreglado para dentro una semana, ¿que opinas?

Kihyun sonaba somnoliento y eso le hizo sonreír más. Al parecer su equipo trabajaba rápido.

—Esta bien, ve a dormir. Gracias.

Se despidieron luego de intercambiar mas palabras.

La lealtad de un perro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora