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Pisadas fuertes, gritos obscenos, escaleras, policías armados, cada paso indica que está más cerca del Diablo.

Revisan su vestimenta y su maletín para asegurarse de que no ingrese armas u objetos prohibidos.

—Kang Seulgi, veintidós años de edad—El director lee el archivo en sus manos mientras la guía por el extenso pasillo—Encerrada desde los diez años. Ha visitado diferentes hospitales psiquiátricos, todos llegaron a la misma conclusión; psicópata.

—Me dijeron que es sádica narcisista.

—Algo así.

—¿Algo así?—Arquea una ceja, curiosa por la información.

—Verá...es más que eso, es algo sociapata. Simplemente su cabeza no puede diferenciar entre el bien y el mal, es solo ella, pero ha tenido ataques de querer contraerse a su realidad.

—No le gusta ser quien es—Concluye. No es como si el director de una prisión supiera sobre perfiles más que ella.

—Así es. No siempre le pasa, cuando sucede se muestra vulnerable, pero el último psiquiatra dijo que puede ser una mentira para manipular.

—Realmente es interesante.

Los pasos se detienen justo frente a una celda de máxima seguridad con todo tipo de cerradura. Celda 12B. La mujer mira con curiosidad la seguridad de la puerta.

—Tenemos llave manual y eléctrica, en la antigua prisión logró burlar la seguridad manual—Explica el hombre mientras las puerta se abre desde la cabina de mando, y dos policías abren manualmente—Nuestro equipo especial la preparó para la visita. Siéntase segura, está completamente inmóvil.

—¿Un equipo especial? ¿Por qué tanta seguridad?

—Ya verá porque se lo digo.

Los dos entran mientras que los dos oficiales se mantienen en la puerta, atentos a cualquier cosa.

Es una celda pequeña, una cama pegada a la pared, el inodoro, una simple ducha con drenaje en el mismo piso. Lo interesante es la presa en medio de la celda. Está encadenada de pies, manos y cintura cuyas cadenas conectan con el piso donde hay una argolla de metal muy bien clavada en el cemento. Tiene una mascara que cubre parte de su boca y nariz.

—¿Por qué la mascara?—Aún con el rostro tapado podría jurar que le está sonriendo.

—Mató a un oficial con solo morderlo en el cuello—De solo pensarlo le da escalofríos.

—Voy a necesitar hablar con ella, no podrá hacerlo así.

—El reglamento me lo impide.

—Usted es el director, puede romper las reglas. Entienda, necesito hablar con ella, es para lo que se me envió. Son ordenes de arriba.

El hombre suspira. Mira a la presa y luego a la mujer. Si algo malo llegase a pasar será completamente su culpa.

—Está bien, pero no se acerque porque podría atacarla con lo más mínimo.

—No se preocupe, gritaré si ocurre.

—El oficial Jeon gritó, desgraciadamente no llegamos a tiempo.

—Ya entendí, no me acercaré.

—Bien, estaré afuera, y por favor no la haga enojar—Le da una última mirada a la presa y sale. Los dos oficiales entran para quitarle la mascara con mucho cuidado y luego salen dando privacidad.

Prisionera y mujer se miran. Ambas están serias, tratando de estudiarse una a la otra.

—Mi nombre es Park Sooyoung —Decide romper el silencio—Trabajo para la C.I.A. Según tu expediente asesinaste a sangre fría a tu madre y a tu hermano recién nacido a tus diez años. El resto de tu historial se llenó estando en prisión. Le rompiste el cráneo a tu primera compañera de celda, mutilaste a otra, violaste a varias más, algunas muertas en el acto. ¿Por qué?

Prisionera /Seulrene/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora