Capítulo 5.

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—Alex —susurro como una súplica.

Él se abalanza sobre mí, rodea mi cuerpo con sus brazos y captura mis labios con los suyos.

Mi cuerpo reacciona de manera mecánica al suyo, mis labios se abren, mis brazos rodean su cuello, un gemido estrangulado se escapa de mi garganta en cuanto su lengua hace contacto con la mía y siento como la tensión anterior comienza a dejar mi cuerpo.

La pelea no importa.

Mi miedo no importa.

El que él no me entienda no importa.

En este momento somos dos cuerpos que se necesitan mutuamente y nada más.

Vagamente escucho la puerta al cerrarse, también soy apenas consciente de que nos movemos sin dejar de besarnos, escucho una nueva puerta cerrarse y es ahí cuando volvemos a separarnos. Siento sus manos acariciar mis mejillas y su respiración caer sobre mis labios, abro mis ojos para conseguir su mirada estudiándome con cautela, preguntándome sin hablar si puede llevar al beso a un nuevo nivel.

Le respondo volviendo a besarlo al tiempo que me deshago de su chaqueta con mis manos. Alex gruñe bajo en su garganta y comienza a igualar mis acciones, desnudándome prenda a prenda.

Camisas, pantalones, ropa interior, todo cae al suelo entre caricias, besos y suspiros. Las palabras sobran entre nosotros cuando ambos sabemos lo que queremos.

Los labios de Alex se mueven hasta mi mandíbula al tiempo que me empuja levemente hasta dejarme sobre la cama. Su cuerpo se amolda al mío de inmediato, y sosteniendo su peso sobre sus codos, desciende hasta mis pechos para besarlos.

—Alex —jadeo extasiada cuando su boca captura mi pezón y tira de éste.

Enredo mis dedos en su cabello mientras él arremete sin pudor contra mi pezón, succionando, lamiendo e incluso mordiéndolo hasta dejarlo enrojecido para luego pasar al otro y repetir las acciones. Todo entre mis Jadeos y gritos de placer.

No me contengo, en absoluto, solo jadeo una y otra vez su nombre mientras él continúa torturando mis pezones una y otra vez, hasta casi llevarme al orgasmo solo con ellos.

Puedo sentir la humedad entre mis piernas, mis garganta seca a causa de mis constantes gemidos, mis uñas tiran de su cabello haciéndolo gruñir y mi clítoris grita por atención. Atención que finalmente llega cuando decide llevar una de sus manos a éste y presionarlo levemente antes de deslizar dos dedos en mi interior.

—Estas empapada —musita ascendiendo nuevamente hasta la altura de mi rostro.

—Alex —mi voz sale como un ruego más que cualquier otra cosa.

Le ruego porque acabe la tortura.

Le ruego porque me haga suya de una vez por todas.

Él parece entenderlo, porque saca su mano de mi entrepierna, lame los dedos que están llenos de mis fluidos y acto seguido me besa, permitiéndome degustarme a mí misma en su lengua mientras que con un solo movimiento de su pelvis contra la mía, me penetra de manera profunda y tosca.

Mi grito es ahogado por sus labios, al igual que los gemidos que le proceden gracias a sus embestidas rápidas y certeras.

Sé que esta manera de hacer el amor, rápida, carnal, me atrevería decir que incluso, animal, se debe a que está dejando ir todas las frustraciones y miedos que nos sobrepasaron en la mañana y debo admitir, que es algo que me gusta y no tardo en actuar acorde a ello.

Levanto mi pelvis para encontrarme con la suya, entierro mis uñas en su espalda y la araño de una manera que sé que dejara marca y tiro con fuerza de su labio inferior con tanta fuerza que incluso saboreo la sangre que emana del corte que he logrado en él.

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