Negro es el dolor que siento al caminar mil pasos en esta habitación suicida.
Sus caras vuelven a desaparecer cada vez que muero entre estas paredes.
La noche me ha tomado presuntamente como cómplice de mi propia carne.
Condenado por cada uno de mis pensamientos desarticulados sobre el viento.
Los mundos que imagino reviven cuando veo mi reflejo de pie frente a la nada.
Mantengo breves movimientos desesperados que provocan oscuros dolores.
Aquí desde esta habitación dormida observo las callejuelas grises de sus mentes.
Sin ni siquiera saber si aún seguirá dando vueltas la fatídica frase que dije ayer.
He decidido salir de aquí para ver que me provoca la realidad y la vida misma.
Debería sentir como me modifica el contexto cotidiano, con una muestra cruda.
No creo poder soportar cada pasaje dócil de sus mentes vencidas por el consumo.
Sin embargo lo arriesgaría todo por volver a sentir algunas de sus contradicciones.
Narratorio revelador que descansa perplejo sobre pequeñas oscuridades violentas.
Desde la ventana esas tres señoras gordas lo observarán todo en la madrugada.
La tarjeta rebotó contra el piso del taller y cayó dentro del charco de sangre coagulada.
El rubio de la otra cuadra tomó la curva a toda velocidad y atropelló al perro del ciruja.