Capítulo único

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Era un día como cualquier otro para los empleados de Konoha Inc. En particular, para un peculiar grupo de colaboradores que trabajaban bajo el cargo de una de las personas más estrictas que podrían hallar jamás en cualquier compañía.

No es que ellos detestaran a su jefe, pero podía ser un verdadero dolor en el trasero cuando se lo proponía. Nadie podía hablarle en un buen día y ganarse algo más que una mirada severa y una orden para volver al trabajo con amenaza de despido.

Así era Uchiha Sasuke. Un alfa de treintaidós años de cabellos tan oscuros como la noche y ojos del mismo color. O, al menos, sus subordinados pensaban que era un alfa. Con los bloqueadores que les obligaban a usar en la empresa, era imposible saber con certeza quién era alfa, beta u omega, ya que la manera de identificarlo era a través del olor.

Dichos bloqueadores eran utilizados como medida de seguridad, para que todos los trabajadores no tuvieran que preocuparse de sufrir acoso por su género, para disminuir la discriminación entre los puestos, y para evitar situaciones no deseadas con respecto a los celos de alfas y omegas.

En fin, a menos que alguien le preguntara directamente, solo podían asumir que Uchiha era un alfa. Y, en realidad, con el carácter que se cargaba, no es que lo dudaran mucho. Los alfas solían ser los más agresivos de los tres subgéneros, aunque la verdad es que eso era solo un estereotipo. Uchiha no era en realidad agresivo, sino más bien severo. Una persona que no toleraba ningún tipo de excusas y que, en general, siempre estaba de mal humor.

—No es como si tener una personalidad tan jodida sea propio de algún subgénero. —exclamó Kiba Inuzuka, uno de los subordinados del alfa Uchiha, a sus compañeros de trabajo.

Sakura Haruno, una mujer de cabello rosa y ojos esmeralda, suspiró agotada.

—Es una lástima, porque el tipo está buenísimo. —comentó. Cuando había comenzado a trabajar para Uchiha, había quedado flechada por su belleza. Pocas veces podía encontrarse un hombre tan apuesto. Quiso intentar conquistarlo en un inicio, pero su actitud y la manera tan fría en que los trataba a todos mató todo atractivo que pudiera tener para ella.

Pero eso no quitaba que siguiera siendo el hombre más guapo que hubiera visto jamás.

Pffft. —se burló Kiba. — ¿En serio crees que exista alguien capaz de soportarlo con esa manera de ser?

Ino Yamanaka, una rubia de ojos celestes que también era parte del equipo, soltó una risilla.

—Debe haber alguien que pueda enamorarlo. —mencionó, guardando unos documentos en carpetas plásticas.

—Sin embargo, Uchiha no parece ser del tipo que le interese conocer gente con fines más allá de laborales. —Shikamaru Nara, el cuarto integrante del equipo, habló en un tono aburrido, sin tener ganas de seguir hablando de su jefe. Ya era suficiente el trabajo que les ponían como para que, además, fuera el tema de conversación de la oficina.

—Tal vez ya esté emparejado y no lo sepamos. —volvió a comentar Ino, con gesto pensativo.

Debido a que los bloqueadores evitaban que los cuerpos de quienes los usaban expidieran cualquier tipo de aroma, nadie podía saber si sus colegas estaban enlazados o no a menos que estos decidieran contarlo. Eso o, en el caso de los omegas, se les viera la marca de pertenencia de un alfa en el cuello.

—Lo dudo. —exclamó el Inuzuka. —Porque, en serio, ¿quién sería capaz de soportarlo?

—Disculpen.

El cuchicheo que había en el lugar se detuvo de golpe cuando un joven, que debía rondar los treinta cuánto mucho, apareció por el pasillo. Era un hombre rubio con unos ojos azules bien despiertos y amigables, unas marcas que asemejaban bigotes en sus mejillas, y de piel ligeramente bronceada.

Señora UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora