With U

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Todos los sonidos que se reproducían a la lejanía eran producto de las caras joyas tintineando contra las delicadas piezas de cristal que contenían los más finos licores, combinando el barullo ensordecedor que creaban los invitados de la fiesta al hablar todos al mismo tiempo entre murmullos, haciendo que todo fuese asfixiante. Él no quería estar ahí, a decir verdad nada ni nadie le ataba a mantenerse sentado ahí mirando a la nada y pensando en lo aburrido que se sentía en ese instante.

Quizás sí había alguien... Pero no lo veía por ningún lado y hasta parecía que ni siquiera estaba en ese lado del comedor.

Yeosang rodó los ojos, todo lo que quería hacer era poner sus ojos azules encima de la sublime belleza del príncipe, y sería mentira decir que no había ido solamente para verlo porque... Era eso, quería verlo y cerciorarse que el creador de su inspiración era real y no una simple fantasía como se la montaba su cabeza. Pero en esas últimas horas había llegado, se había sentado en esa silla con gente que ni siquiera conocía esperando por su llegada o nombramiento, la cual, no ha llegado.

Aún así, se estaba aburriendo demasiado de esperar por el deleite de su mirada y sus ganas de irse estaban presentes.

Suspiró, pidió permiso a los presentes en la mesa para levantarse y mientras acomodaba su saco del traje color rojo que cargaba, escuchó a una de las damas decirle que no se tardara mucho. Y le respondió cortésmente, aunque se tardaría lo que se le viniera en gana porque no era nadie para decirle qué hacer.

Metiendo una mano en su bolsillo se encaminó fuera del comedor, tenía entendido que por esos lados del palacio habían exageradas cantidades de salones y habitaciones, además de balcones con una increíble vista de la cuidad. Yeosang sabía que ni siquiera debió haber sido invitado a esa fiesta que los reyes habían organizado sin sentido aparente. Simplemente le había llegado una carta al correo que tenía su nombre escrito con una caligrafía correcta y legible, por lo que aceptó ir ya que era una excusa inmensa para poder ver al príncipe Park en vivo y en directo.

Yeosang era artista, un pintor reconocido en toda el área de Asia y Europa, sabía que una gran cantidad de sus cuadros estaban exhibidos en el palacio, en los museos junto a los pintores más reconocidos en toda la historia y eso en cierto modo era algo bueno. Siempre había alguien que hablaba de él y su talento para combinar las innumerables paletas de colores que existían en este mundo. Y le enorgullecía.

Pero había algo que no le dejaba tranquilo, y era esa incesante atracción que sentía por el príncipe, dios, si se sentara a explicar las razones por las cuales le gustaba y le parecía la persona más fantástica del universo entero, quizás tardaría horas intentando formar las tan esperadas oraciones. Park Seonghwa era un hombre tan... Atractivo, era inteligente, tenía una sonrisa tan hermosa que podría pintar mil cuadros con ella presente ahí y no se cansaría nunca, lo mismo decía de sus ojos grandes y almendrados, de todo su ser en general. 

Era hermoso y Yeosang amaba, admiraba y plasmaba las cosas y personas más hermosas, con colores vivos o tristes... Si hiciera un cuadro más del príncipe, lo haría en esos momentos con tonalidades azuladas. Un cuadro que representara la tranquilidad y la sencillez, pero también ese toque de blanco que lo volvía todo perfecto, demasiado. Agregando colores vivos a un lienzo monótono, para darle vida así como se mantenía su corazón cada vez que se detenía para pensar en lo tan pérdidamente enamorado y loco que le tenía Seonghwa.

A lo lejos, en sus espaldas, pudo escuchar los aplausos de los invitados, una voz fuerte que hablaba. Yeosang paseó su mirada por todo el pasillo, la brisa fría de una ventana abierta le acarició las manos y el rostro que estaban descubiertos, erizando su piel, la luz de la luna entraba por cada una de ellas y las grandes puertas de una habitación estaban cerradas casi en su totalidad, el reflejo de las llamas anaranjadas le hicieron saber que había alguien ahí.

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