-PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!- sopla el silbato, el profesor regaña a Juan el cual esta tirado al suelo con la rodilla rasguñada, de verdad es torpe, si yo pudiera correr lo haría aunque me cállese:
-¡Duque!- me saluda Patxi una vez acaba las tres vueltas que el profesor les ha mandado, le saludo con la cabeza indiferente, siempre intenta prestarme algo de atención para que no me sienta tan marginado pero nunca lo consigue, mi madre le pidió a la tutora al empezar primaria que me dejase quedar en clase para que no viera como los otros niños corrían y jugaban cuando yo no podía hacerlo...
-Se está despertando...- comenta una voz en la inmensa oscuridad, abro los parpados confuso para cerrarlos de nuevo al ver una blanca y fuerte luz blanca que me ilumina por completo. Me restriego los ojos con el brazo y con la ayuda del otro intento sentarme, pero alguien me coge del hombro y me empuja hacia atrás de nuevo:
- No te levantes aun- reconozco la dura y firme voz de mi padre enseguida, aunque ahora suena tierna, lo que me hace temer lo peor:
-No ha vuelto a funcionar ¿verdad?- nadie me contesta, levanto un poco el brazo el cual todavía me cubría los ojos y miro a quienes me rodean, apenas puedo verlos ya que veo muy borroso y con manchas que llegan a marearme, aun así reconozco la camisa negra de mi padre luciendo su blanca corbata, también veo una vestido con un estampado floral muy alegre, mi madre y para acabar una bata blanca, el medico sin duda:
-Tu cuerpo sigue rechazando el trasplante- me informa el doctor, bajo el brazo, mi vista se va aclarando cada vez más y acostumbrándose a la iluminación de la sala, ahora con los dos brazos puedo sentarme con más rapidez, así logrando que ninguno de los presentes puede detenerme:
-Pero mira que llegas a ser cabezota- comenta mi padre al ver que he ignorado su orden anterior:
-¿Cómo te encuentras cariño?- me pregunta mi madre sentándose al borde de la cama:
-Como siempre- de nuevo noto un silencio, ninguno de los tres quiere hacer ningún comentario:
-Bueno- dice el doctor rompiendo el hielo -vamos a darte una habitación, en tres días podrás volver a casa- levanto los hombros y los bajo mostrándole mi indiferencia, he hecho esto tantas veces que resulta incluso una costumbre.
Me llevan a una de las habitaciones del hospital, al menos las vistas son buenas, me recuesto en la "cama" me han asignado, está rodeada de cacharos raros, cuando era pequeño me incomodaban mucho dormir rodeado de máquinas pero ahora, me da igual, supongo que me he acostumbrado.
Mi madre se toma la molestia de arreglar la manta ya que la he desecho entera al entrar dentro, mientras lo hace me doy cuenta de la presencia de alguien más a la sala, me giro hacia mi lado, hay un chico no muy mayor, yo le pondría 25 años, luce bastante mal, está lleno de vendajes y además lleva puesto un respirador artificial. Al acabar mi madre me mira y luego sigue mi vista hacia el hombre, suspira y me toca el brazo delicadamente para llamar mi atención:
-Cielo, papa y yo tenemos una reunión ahora-
-Estoy acostumbrado- aparto la vista de ella para mirar de nuevo a mi compañero -podéis iros tranquilos- sonríe y me da una beso en la mejilla, luego se levanta y sin más sale de la habitación. Me quedo observando al chico, la cosa no pinta bien, acabo por apartar la mirada i dirigir la vista a la luminosa ventana:
-tus padres son unos tipos ocupados ¿no?- pregunta una voz ronca y a la vez debil, de doy la vuelta para ver a mi compañero, ahora tiene los ojos abiertos y se a quitado el respirador de la boca:
-¿estavas despierto?- le pregunto, curioso a la vez de indignado, porque fingir estar dormido:
-si- me confirma sin más -no te enfades, son cosas mias- me quedo en silencio mirandole -un accidente- me dice de golpe como si pudiera leer mis pensamientos:
-parece xungo- se rie, su risa me hace sonreir, parece un tipo agradable:
-sin duda lo es- me mira sin perder su radiante sonrisa -¿que hay de ti?-
-un transplante-
-¿es grave?-
-puedo vivir con ello, pero...- me qurdo en silencio mirando a un vacio, los recuerdoa de mi infacia se apoderan de mi mente por un instante:
-¿llevas todo la vida con este problema chico?-
-si- me siento en la cama con las rodillas pegadas a mi torso por debajo la manta que de nuevo he desecho -mi cuerpo rechaza a todos los corazones, ninguna operacion a salido bien- él no dice nada, ni yo tengo nada que añadir:
-no pierdas la esperanza- dice ropiendo el silencio que creia que iba a ser más largo, ahora sin duda soy yo es mudo, pues hace tiempo que la perdi.
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Atraves de mi
ActionDes de que nació, Duque tuvo problemas de corazón por lo tanto no podía hacer muchos esfuerzos, es decir, no podía correr, no podía jugar, no podía sentirse como los demás niños. Pero a sus 17 años de edad eso cambia, toda su vida, cambia, ¿te atrev...