LA SANGRE EN EL CIELO

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¡¡¡¡De pie hijos de perra!!!!—Gritó el coronel Atronder—. Rellenaremos a esos malditos con plomo.

Cálio se levantó aún aturdido por el intacto de la bala del cañón, unos centímetros a la derecha y su sangre estaría estampada por toda la nave.

El interceptor—barco volador— aún se mantenía a flote, el impacto de las balas no habían dañado las turbinas. Pero la batalla estaba lejos de terminar.

—¡todos a los puestos de combate! —gritó el coronel—. ¡cañoneros, esperen mi señal!

Los cazadores corrían lanzando gritos y maldiciones, con las capas negras ondeando al viento y la noche. El segundo racimo de cañonazos destrozó estribor. Los cuerpos salieron volando por la potencia del impacto. Algunos hombres caían del lado equivocado y solo un grito se alcanzaba a oír antes de que desaparecieran en la oscuridad.

—váyanse todos a la mierda, este barco está condenado—. Uno de los cazadores estaba tirado sobre  la cubierta con el brazo destrozado.

Cálio se incorporó y liberó el artilugio—arma dorada que toma varias formas— de la muñeca. Esta se retorcio en su mano hasta convertirse en una guadaña dorada.

De pronto las brumas se disiparon, los gritos se callaron, y de las nubes surgió el Envenenado. Uno de los últimos interceptores en poder de los revolucionarios.

Una renovada ráfaga de cañones les quitó a los cazadores las esperanzas de salir vivos de aquella contienda. El envenenado era más grande, reforzado y mejor equipado que el interceptor negro de los cazadores.

《De no ser por ese coronel de mierda no nos hubiéramos metido en este lío》pensó Cálio.

Los revolucionarios abordaron la nave con ganchos disparados a presión, subieron a la cubierta y remataron a los que quedaban.

Se oyeron gritos al principio, gritos que callaron uno a uno. Cálio fue tomado de los brazos por un par de hombres, le quitaron el artilugio y lo pusieron de rodillas junto a otros.

Un tipo corpulento y lleno de cicatrices se paró frente a ellos.

—¡¿Quien es el que está al mando?!

Nadie habló

—¡¿Quien es el que está al mando?!

Nadie habló

Calio sintió ganas de señalar al maldito viejo a su costado《es el idiota de aquí, el que decidió ir en busca de una de las mejores naves revolucionarias, usando únicamente este barquito de mierda  》eso hubiera querido decir, pero aún le quedaba algo de honor de cazador y cerró la boca.

—soy yo —dijo finalmente el coronel Atronder—.

El hombreton sonrió y lo levantó de la capucha, lo examinó y le dijo:

—tú no pareces un coronel.

—y tú no pareces un Alado—. Le respondió el coronel con una voz llena de desprecio.

—es porque no lo soy. Así que dime: ¿que se siente que no necesité ningún poder de mierda para aniquilar a toda tu tropa?

—probablemente no tan mal como esto...

Un disparo salió del bolsillo del general y atravesó el pecho del sujeto, la sangre de su líder ya había manchado la cara de sus hombres antes de que se dieran cuenta de lo que pasó.

Atronder lanzó una carcajada que dejó estupefacto a Cálio. 《Ahora sí, seguro que nos matan》—pensó.

Los revolucionarios desembainaron las espadas y apuñalaron al coronel tantas veces, que ni su madre hubiese podido reconocer el cuerpo; cuando terminaron uno de ellos ordenó:

Láncenlos por la borda, que mueran estos asquerosos perros negros. Pero dejen vivo a ese. Nos será de utilidad.


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⏰ Última actualización: Apr 09, 2021 ⏰

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LA EXTINCIÓN DE LOS CAZADORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora