Prólogo

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Prólogo

Londres, Inglaterra.

10 marzo de 1995

El mundo estaba cambiando para esos años, y para un magnate como Dixon Black no queda más que intentar ajustarse a los nuevos cambios que se avecinaban, no solo con el lanzamiento del sistema operativo para computadora, no solo por los años venideros que había traído consigo la caída del muro de Berlín y no solo por las nuevas condiciones que parecía traer en sector económico con el reforzamiento del capitalismo, sino que su propio mundo estaba cambiando.

Un empresario, lleno de lujos y pretensiones sabía que no podía permitir que cambios tan grotescos e innecesarios como un televisor o un teléfono pudieran desbalancear su racha en los negocios, pero aun así estaba consciente de que tenía que empezar a moverse si es que no quería perder. Y oh... Dixon Black, odiaba por sobre todo perder.

Por esa misma razón se sentía al menos un poco más tranquilo con la transacción que había hecho hace algunos días con la familia Morrison, su hija, la joven Elena de solo 23 años, lo entendería para luego convertirse en ama y señora de la empresa, pero antes de eso tenía que hacer sacrificios como un acuerdo matrimonial.

Su esposa, Olive Black, lo había apoyado y sabía que estaría en ese mismo momento hablando con su hija en alguna de las habitaciones del segundo piso, haciéndola entender lo necesario del movimiento y lo beneficioso que sería para ella. Mientras que él, podía estar tranquilo leyendo el periódico mientras tomaba una taza de té.

El único movimiento que le faltaba y sabía que tendría que pensarlo bien sería sobre su hijo, Devan. El pequeño aún tenía apenas 11 años razón por la que poco lo involucraba en los negocios y además era demasiado blando para él aun como para tomarlo en serio, pero considerando los cambios que estaba dando el mundo en esa época, tendría que hacer algún movimiento que lo involucrara si no quería perder dinero por culpa del pequeño.

Escucho como varios pasos se acercaban bajando las escaleras y en unos minutos aparecieron su mujer y su hija con una mirada seria. Dejó su taza en el plato y bajó el periódico en sus manos para darles toda su atención. Olive tomó los hombros de Elena y en un susurró la alentó para que hablara.

—Esta bien, papá, lo comprendo —determinó la joven haciendo que su padre alzara una sonrisa tan grande como hace muchos años no veía.

—Sabía que lo entenderías, todo esto será por tu bien.

Se levantó de su lugar para darle un gran abrazo y posteriormente invitarlas a tomar desayuno junto a él.

—¿Dónde está Devan? —preguntó Elena tomando su lugar.

—Seguramente jugando arriba o en el jardín con Eva, ya sabes como es —respondió su madre sin darle importancia.

—Debemos hacer algo con ese niño, mujer, no podemos desaprovechar oportunidades, la vida está cambiando mucho como para cometer errores.

—¿Cómo vas con la empresa de los Bullock? —preguntó su mujer tomando café.

—Uff, maravillosamente —sonrió en grande. —Solo quedan algunos arreglos y esa empresa será mía completamente.

—¿Los Bullock? Escuche rumores que estaban involucrados con el bajo mundo —susurró un poco temerosa, Elena.

—Jah, patrañas, una forma de asustar a la gente y verse con más estatus, pero son unos incompetentes como todos los demás.

Londres, Inglaterra

30 de abril de 1995.

Devan Black, sabía del mundo, oh claro que sabía. Sabía sobre los países qué colindaban con Inglaterra... Sabía cuántos países eran parte de del Reino Unido... y sabía... sabía... Nah, a quien mentía no sabía nada de geografía.

Cuervo // Killer II: La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora