prólogo

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"Feliz aniversario.
Parece que durante todo este tiempo me volví experta en hacerte una taza de café, cargado, con una cucharadita de azúcar y con una chispa de leche "no soporto a la gente, siempre quejándose de los gustos de los demás en lugar de preocuparse por sus propias cosas" me comentaste hablando sobre el café hace ya algunos meses
¿Recuerdas la primera vez que salimos a bailar?
Terminamos borrachísimas.. besándonos en la puerta de tu casa.
¿Recuerdas la última?
Tú querías bailar rock y yo quería bailar House; terminamos bailando jazz afuera de aquella cafetería, tomaste mi cintura y te costó mucho dejarla ir. Ya lo sabía ¿Por qué nunca me dijiste que estabas triste?
Feliz aniversario.
Parece que durante todo este tiempo sin ti me volví experta en hacerte una taza de café , te gustaba cargado, con una de azúcar y una chispa de leche"

Al terminar la carta solo me dispuse a arrugar aquél papel con aquella ridícula decoración de flores negras a los costados.

Jamás fui buena para ese tipo de cosas, tengo la certeza de que jamás lo seré.

Solté mientras sacaba aquél cigarrillo de mi boca, así dando espacio en ella para darle otro trago a la botella de Ginebra que se encontraba en mi mano izquierda, era gracioso, gracias a tí inicié con esto. Ya era incapaz de sentir ese tan nombrado "ardor en la garganta" el líquido solo fluyó por mi garganta tal como el agua, mis ojos se cerraron haciendo imágenes borrosas de nosotras, los pocos momentos en los que te llegué ver sonreír, las veces en las que te mentí, las veces en las que te hice llorar y tú a mí. Desde el principio supimos que era lo que se aproximaba, pero seguimos sin importar nada. Me suelo arrepentir miles de veces de como te llegué a tratar, a maldecirme por el tipo de persona que soy.

mierda.

Dije soltando una carcajada ahogada luego de analizar por segunda vez todos mis pensamientos.

Michelle, Eres un monstruo, no tienes idea de cuánto te odio.. no tienes idea de cuánto te amo.

Fluyeron las palabras solas de mi boca mientras caminaba hasta aquél sofá negro que daba vista a la ciudad, era de noche y podía ver las luces de aquellos altos edificios, cuanto las odiaba en aquel momento. Aborrecía que todo me hiciera recordarte, hasta el momento de cerrar mis ojos e intentar olvidarte solo me encontraba con todos los momentos en los que estuve contigo, todas tus palabras, acciones, hasta tu aroma. Solo dejé que todo ese revoltijo de recuerdos y emociones me consumieran; finalmente tomando lo último de líquido de mi botella y cerrando otra vez mis ojos, así reviviendo el primer día de toda esta historia.

MandarinettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora