No le interesaba.
No le importaba.
No le miraba.No, no y no. Simplemente no le importaba. Donghae estaba aferrado a la idea de mantenerse soltero. Huía de la idea volver a sufrir por cualquier persona. Porque sabía que no importaba cuanto diera y amara si igual terminarían abandonándolo sin razón ni explicación.
Como siempre.
Así que no, no le importaba una mierda esa mirada que lo seguía a todas partes. Que lo intimidaban, lo ponían nervioso y a veces, solo a veces, con ganas de desaparecer.
Y es que vamos, era el nuevo. ¿Y qué? ¿Es que tenia algo extraño en su cuerpo? ¿En su caminar? ¿era su voz? Aunque vaya que casi no hablaba. ¿Era su rostro sin expresión? Que es lo que era que él no podía dejar de mirarlo.
Cuando la tentación le ganaba a su fuerza de voluntad y levantaba la mirada, ahí estaban esos ojos cansados a través de unos anteojos negros, mirándolo fijamente, a veces con una sutil sonrisa acompañándolos. A Donghae le daban unas ganas de levantarse, caminar con toda la seguridad, que no sentía, el rostro levantado y la mirada furiosa a él y decirle “Basta” “¿Por qué me miras tanto, te gusto o qué? “Deja de mirarme acosador” Lo que fuera para que dejara de hacerlo, pero en el fondo y, muy en el fondo, le gustaba.
Nunca tuvo el valor de enfrentarlo.
Simplemente lo alejaba con su mirada fría, con sus respuestas secas cuando aquella tarde les toco trabajar juntos y él le hizo la platica. No es que quiera excusarse, pero no estaba pasando por un momento agradable. No es que fuera grosero, o que siguiera intentando ser un hijo de puta sin sentimientos, sencillamente no era buen momento.
Hyukjae… Era su nombre. Un par de años menor que Donghae. Estudioso y trabajador. Le gustaba la fiesta, pero responsable. Con una cara de niño bueno. La voz dulce y nerviosa. Un poco tonto que lo hacia ver adorable. Cada insistencia con un “Aja” “Si” “No” de Donghae.
Pero de nuevo, ¿qué importaba? En ese momento nada.
Donghae no estaba interesado en relacionarse con cualquier persona, menos una pareja.
¡Por favor!
Que asco… No.
Donghae ya no creía en el amor. Demasiado dolor, angustia, estrés. Años en depresión por una persona que jamás volvió. No volvería a pasar por ello.
Eso pensaba aun al día siguiente de aquello, y al otro día, y al otro… Hasta la siguiente semana que todo cambio sin darse cuenta. Le dio la cosquilla, la comezón, la tentación y escucho a esa voz sutil en su cabeza que le decía que era el momento. Que ya habían pasado años de castigo, que si, que era independiente, que sabia estar solo, que no necesitaba a nadie más para ser feliz. Y que entendía porque huía a cada posibilidad, pero ya era momento. Momento de volver a confiar, abrir su corazón y entregarse. Momento de intentarlo.
Se dejo llevar. Y aunque ya no volvieron a hablar, su culpa, se permitió imaginarse con él. Soñar con él. Ser de él. Y meses después… Se fue.
Y Donghae se molesto, se reía de si mismo y se repetía “Te lo dije, me abandonaría también” Pero no era culpa de Hyukjae, él lo sabia. Estaba enojado consigo mismo. Si hubiera sido menos frio, menos grosero, menos indiferente, si hubiera sido menos el patético y deprimido antisocial Donghae, las cosas serian diferentes.
No le dolía su partida, solo ojala las cosas hubieran sido diferentes.
Continuo con su vida, al menos sabiendo que estaba listo para volverlo a intentar. Y entonces llego Diciembre… Volvió a saber de Hyukjae.