Tu mirada (pt.1)

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"Esta es la historia de dos mundos y un amor imposible."




En las afueras de un pequeño pueblo, habitado en su mayoria por gente grande, vivía Violet, una joven muchacha que disfrutaba de leer libros, tener paseos largos entre la naturaleza y ayudar a su familia.

Como todas las tardes, su madre la mandaba a recoger las pequeñas frutillas que crecían en el bosque.
Violet se preparó y salió en busca de las mismas, tarareó en su recorrido la hermosa melodía que siempre le cantaba su abuela. Para ella el bosque era su lugar favorito. Siempre que se lo permitían se escabullia allí y leía las hermosas novelas del escritor William Shakespeare. El silencio del lugar le transmitía una gran seguridad que el pueblo no le daba.

Logró llegar al gran arbusto donde crecían las pequeñas frutillas y empezó a ponerlas una por una en las cesta que traía. Una vez llena, se disponía a irse cuando se topó con una pequeña familia de conejos. Los mamíferos eran muy tiernos y se veían esponjosos.
Violet decidió pasar un poco de tiempo con ellos, después le explicaria a su progenitora de la causa de su retraso.

Las horas pasaron muy rápido, decidió que era momento de volver a casa antes de que la noche la alcanzara. Se levantó de donde antes había estado sentada y agarró sus cosas para marcharse.
En eso, unos de los pequeños conejos traviesos saltaba en dirección al acantilado, sin saber el paradero del mismo.
Violet al percatarse de la acción del animal, corrió en su dirección para evitar su caída. Logró agarrarlo, pero por desgracia resbaló y para evitar la caída se sujetó de unas raíces que sobresalían del barranco con el conejo en brazos.
No sabia cuánto podrían llegar a soportar sus brazos. Con todas sus fuerzas logró poner a al pequeño mamífero en la punta del risco. Cuando logró ponerlo a salvo, soltó un suspiro, ahora sólo le faltaba que ella subiera.
Pero las raíces llegaron a su limite, se rompieron y Violet empezó a caer por el precipicio.

- Este es mi fin - pensaba, con lágrimas en sus ojos - lo siento mamá, no podré ir a cenar hoy - cerró sus ojos y esperó a que la caída terminara con su vida.

Pero ese momento nunca llegó, pues sintió los aleteos de unas alas y como alguien la agarraba delicadamente, recostándola en la hierba fresca del bosque.

Abrió despacio sus ojos y pudo apreciar una silueta delante suyo. Trató de que su vista se acostumbrara un poco más a la luz y fue ahí cuando logró ver a su salvador. 
Su mirada, su hermosa mirada la observaba como si pudiera leer su alma y descifrar todo en ella.
Su corazón estaba siendo testigo de ello con cada latido que emitía. 

- ¿Quién eres? - fue lo único que su boca logró formular.

- Ten más cuidado la próxima vez, suelen ser muy traviesos los conejos en estas épocas -  decía mientras sonreía.

Vio comó la persona se iba por entres los árboles del bosque. No supo si fue un impulso o solo la curiosidad que se apoderó de ella, que sus piernas se movieron solas y empezaron a correr en dirección por donde el individuo iba.
En su cabeza se preguntaba, ¿Cómo era posible que la haya podido salvar de esa gran caída, que era casi imposible para una persona humana salvarse?.
Siguió su camino hasta que pudo verlo y se escondió detrás de un árbol para que no se percatara de su presencia. Observo cómo hablaba con los conejos como si ellos entendieran lo que decía. Pero lo que más le sorprendió fue el par de alas que estaban en su espalda. ¿Era posible?, se preguntó, ¿Su salvador había sido un ángel?.
Sorprendida dejó el lugar. Su cabeza daba vueltas de todas las preguntas que se creaban en ella. Llegó al sitio donde había dejado su canasta y se fue a su casa, al llegar le preguntaría a su abuela sobre los ángeles.

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