La hermana perdida de Harry Potter [PAUSADA Y EN EDICIÓN]

I

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     —Harry, espero que me perdones. Tengo que irme, pero te prometo que te encontrare y volveremos a estar juntos, hermanito. Lo juro— eso fue lo ultimo que escucho Harry antes de despertar.

     Se sentia muy extraño ya que más que un simple sueño parecía un recuerdo y no era la primera vez que lo tenía.

     Llevaba teniendo ese sueño durante algunas semanas y por más que intentase recordar algo más esa frase era lo unico que recordaba al despertar.

     Así que decidio escribir eso ultimo para no olvidarlo, tenía la rara sensacion de que conocia esa voz, pero sabía que no podria ser la de su madre ya que era aguda y parecía ser la una niña pequeña.

     Cuando termino de escribir esa frase decidio ya no pensar en ello y volver a dormir, el día siguiente sería un día muy largo

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     A la mañana siguiente Harry se levanto por los llamados de sus tios ya que ese día los visitaría la hermana de su tio Vernon, Marge.

     Harry bajo de mala gana y le ayudo a su tia Petunia mientras que Dudley estaba sentado en el sillon sin hacer nada, estuvo ayudandole a su tía casí todo el día, hasta que llego Vernon en su carro con Marge y Petunia le ordeno a Harry que abriera, cuando entraron a la casa, Marge le avento su paraguas empapado a Harry sin siquiera saludarlo y fue directamente con Petunia.

     Entonces Harry recordo que necesitaba que su tío le firmara un permiso.

     —Tío Vernon, necesito que firmes este papel— dijo sacando un permiso de su bolsillo.

     —¿Qué es?

     —Nada— se rasco la nuca —cosas de la escuela

     —Después, si te comportas

     —Lo haré si ella lo hace

     Harry siguio a su tío Vernon a la sala y Marge cambio su cara de "dulzura" a seriedad en cuando lo vio.

     —¡Oh! Sigues ahí, ¿eh?— dijo con asco.

     —Sí

     —No digas sí tan altaneramente— le dio la correa de su perro a Petunía y se acerco a Vernon —agradece que Vernon te recibio. Estaria en un orfanato si lo hubieran dejado en mi puerta.

     Dudley que estaba sentado en el sofá, comenzo a reírse bobamente.

     —¡Ay sí! ¡Ese es mi sobrino-— lo abrazo por el respaldo del sillon —sube, sube, sube— le dijo al perro y este se subio al sillon.